El socorro vasco
El acuerdo entre el Partido Popular y el Partido Nacionalista Vasco para los presupuestos del 2017 contiene algunas verdades que conviene anotar en el dietario de estos días confusos, únicos y azarosos. “La verdad os hará libres”, dice el Evangelio. ¡No exageremos! Las pequeñas y provisionales verdades de la política no tienen tanto poder de elevación, pero hay días en que ayudan a clarificar un poco el panorama.
Una negociación descarnada
Es la primera vez en muchos años que se negocia sobre el cupo vasco bajo la luz intensa de los focos. Quizá sea la primera vez. Jaume V. Aroca, periodista de La Vanguardia que siguió la información parlamentaria en Madrid, recuerda que estaba solo en la tribuna de prensa del Congreso, literalmente solo, el día en que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó en el 2007 la última liquidación del cupo vasco. Las negociaciones sobre la hacienda vasca fueron siempre discretas, sobre todo en los años duros de ETA. A ningún gobierno español le interesaba que fuese muy conocida la generosidad de Madrid en la valoración de los servicios que el Estado presta en Euskadi. Y a ningún gobierno vasco le interesaba aparecer muy beneficiado por Madrid. Discreción y hermetismo. Cuanto menos ruido, mejor. Ninguna fuerza política hurgaba demasiado en la cuestión. Asunto de Estado. Los tiempos han cambiado. ETA ya no existe. Los secretos ya no son lo que eran, el relato político se ha descarnado y en estos momentos el Partido Popular necesita de manera perentoria los cinco votos del PNV para aprobar los presupuestos del 2017 y asegurarse, al menos, dos años de legislatura. Mariano Rajoy vende estabilidad en Europa y la llave de la estabilidad española hoy la tienen Ciudadanos (partido que quería abolir el concierto foral vasco) y el PNV, ante la voluntaria ausencia de los nacionalistas catalanes, que dicen que se van. Los últimos y graves escándalos de corrupción en Madrid han colocado al PNV en una situación delicada. Los de Sabin Etxea han optado por el pacto, con publicidad contundente. Que toda la sociedad vasca sepa que sacamos mucho. El consejero Josu Erkoreka alimentaba anteayer las expectativas: “Vamos a conseguir un acuerdo inédito. Quince años de paz fiscal”. La Moncloa ha tenido que aceptar esa publicidad triunfalista.
La Brigada Aranzadi, ausente
Rajoy ha llevado personalmente las riendas de la negociación, dejando al margen al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Negociación política en primera persona, como en los años más verdaderos de la transición, sin abogados del Estado y técnicos de Hacienda blandiendo reglamentos. La Brigada Aranzadi no ha tenido un papel determinante en el acuerdo que estabiliza la segunda legislatura de Rajoy. El principal interlocutor del presidente del Gobierno español ha sido el lehendakari, Iñigo Urkullu, asistido por el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el número dos del partido, Joseba Aurrekoetxea, un hombre discreto e influyente.
Las conexiones ferroviarias
El saldo del acuerdo es espectacular para los vascos. El Estado pagará 1.400 millones a Euskadi por las diferencias de valoración de los servicios del Estado en los últimos diez años (el Gobierno vasco reclamaba 1.600 millones). El cupo de este año ha quedado fijado en 956 millones (el Estado pedía 1.202 millones) y esa cifra puede servir de base para el próximo acuerdo quinquenal. Más allá de estos flujos de caja, el pacto establece una mayor celeridad en las obras de la Y ferroviaria vasca con accesos soterrados en Bilbao y Vitoria, y compromiso de conexión directa con el TGV francés en 2025. Impulso de las plataformas logísticas de los puertos de Bilbao y Pasajes. En definitiva, aceleración de las infraestructuras necesarias para la configuración de una región económica transfronteriza que conectará Bilbao con Burdeos.
Mensaje a Bruselas
El PNV da oxígeno al Gobierno español en un momento muy delicado para la Unión Europea. Los nacionalistas vascos consiguen transmitir un mensaje muy claro a Bruselas: “Nosotros ya no somos el problema; nosotros somos factor de estabilidad”. Objetivo: poner a salvo el concierto fiscal vasco ante la posible unificación de los regímenes fiscales europeos.
El PNV da un oxígeno precioso a Rajoy, se lo cobra a buen precio y envía un mensaje de seriedad a Bruselas