¿Tiene Macron política exterior?
Emmanuel Macron probablemente será elegido presidente el próximo domingo, 7 de mayo. La única incógnita está en el margen de ventaja que tendrá sobre Marine Le Pen. Este será superior al de su padre en el 2002, lo que sigue siendo sin embargo un duro golpe a la imagen de Francia en el exterior. Emmanuel Macron se presenta como el candidato proglobalización pro europeo, el candidato de apertura, frente a Marine Le Pen que encarna una retirada y una posible salida de Francia de la Unión Europea (UE). Su resultado en la primera ronda ha tranquilizado a los mercados y las capitales europeas.
Emmanuel Macron se ha proclamado partidario del gaullo-mitterrandismo en política exterior durante la campaña. Sin embargo, no ha sido más explícito acerca de las implicaciones de tal posición. El candidato del movimiento ¡En Marcha! se había diferenciado especialmente de Manuel Valls acerca de la privación de la nacionalidad, lo que le valió un fuerte apoyo inicial. Por otra parte, Emmanuel Macron ha evitado cuidadosamente hablar de “tercera guerra mundial”, del islamofascismo y del choque de civilizaciones, fuentes de escisión, términos que Marine Le Pen y otros candidatos no han dudado en utilizar.
Respecto de la política exterior de Macron, vemos que la composición de sus asesores es muy heterogénea, ni de izquierda ni derecha; tanto neoconservadores como gaullo-mitterrandistas. Los nombramientos para puestos diplomáticos clave, incluyendo el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de Defensa, serán críticos en la evaluación de su política exterior. En cuanto a la OTAN, la posición de Macron se mantiene relativamente clásica, exige una defensa europea pero no pone en duda la reintegración de Francia en la organización transatlántica. Una vez más, habrá que ver a pie de muro el tipo de pared que será el candidato en términos de las relaciones exteriores.
Respecto de Rusia, Emmanuel Macron ha tomado distancias con Vladímir Putin, sobresaliendo así de sus competidores –Marine Le Pen, Jean-Luc Mélenchon y François Fillon– que exigían un reequilibrio de las relaciones con Moscú. Sin embargo, cuando Macron esté en el Elíseo, pronto se dará cuenta de que Rusia es un socio importante del que no hay que alejarse demasiado. En el pasado, Nicolas Sarkozy, que había declarado que no iba a darle la mano a Vladímir Putin, finalmente tuvo una política muy cooperativa con Moscú, al extremo de querer venderle los misiles Mistral, lo que no consiguió debido a la crisis ucraniana. Además, Emmanuel Macron ha hecho un llamamiento para el levantamiento de las sanciones contra Rusia siempre que se respeten los acuerdos de Minsk. Uno podría pensar que, una vez presidente, Emmanuel Macron olvidará el firme apoyo de Moscú a Marine Le Pen para conducir la política pertinente a los intereses políticos de Francia con Rusia.
Sobre el conflicto palestino-israelí, Emmanuel Macron no parece dispuesto a tomar posiciones que puedan atraer la hostilidad de las instituciones judías francesas. En realidad, ha sido más que prudente e incluso ha condenado las campañas de boicot, declarando que no va a reconocer unilateralmente el Estado palestino. Emmanuel Macron entra en el realismo tras los pasos de François Hollande, que prometió durante su campaña reconocer a Palestina para dar finalmente marcha atrás, sobre todo por razones políticas internas. Así que veremos si Macron reanuda esta línea o si volverá a la tradición francesa, que consiste en estar en primer lugar entre los países occidentales en la defensa de la autodeterminación, así como proclamarse como el país occidental más cercano de la causa palestina.
Para resumir, Emmanuel Macron ha tratado de atraer el máximo de votantes posibles y no perder ninguno, siendo relativamente vago en algunos puntos que podrían ser considerados también decisivos en política exterior. Sin embargo, las precauciones que lo acompañaron como candidato
El candidato ha sido bastante ambiguo en diversos puntos de la agenda exterior para atraer el máximo de votantes posibles
ya no tendrán razón de ser: como presidente, tendrá que decidir, tomar y mostrar la política exterior que desea implementar. Y si confirma su voluntad de inspirarse por una filiación gaullo-mitterrandista, no debe dudar en ser arriesgado e ir contra los vientos dominantes fuera y dentro de los grupos de presión para poner en práctica una política que tenga en cuenta el interés nacional.