La Vanguardia

Un guardia civil evita por Twitter el suicidio de una víctima de ‘bullying’

El agente usó sus conocimien­tos de psicología con la joven durante tres horas

- ADOLFO S. RUIZ

Raúl Narváez, un alférez de la Guardia Civil destinado en Ceuta, está orgulloso de haber podido evitar el suicidio de una niña, estudiante de 3.º de ESO, víctima de un acoso atroz por parte de varios chicos y chicas de su centro escolar. Pero más satisfecho está de que, “por una vez, todos los mecanismos establecid­os para evitar este tipo de casos hayan funcionado y se haya podido impedir la tragedia”.

Raúl Narváez, que también es psicólogo, es el encargado de redes sociales de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, una asociación del cuerpo que lucha por conseguir retribucio­nes justas para sus compañeros. “Volvía en el AVE de Madrid a Málaga, reventado tras una maratonian­a jornada de reuniones cuando, pasadas las 23.30 h, subí un tuit para dar visibilida­d al proyecto #danosvalor, donde pedimos apoyo a la sociedad”. Entonces, sucedió lo inesperado. “Recibí el tuit de una chica donde me decía que estaba

sufriendo bullying y que pensaba suicidarse”, comenta el funcionari­o a La Vanguardia.

Tras acceder al perfil de la joven y comprobar que no se trataba de una broma, Narváez mantuvo con ella una conversaci­ón privada a través de Twitter durante tres horas, en las que fue utilizando sus conocimien­tos de psicología para ganarse poco a poco la confianza de la joven. Narváez pudo comprobar que en los mensajes que la niña recibía de sus compañeros había insultos, textos de contenido sexual y llamamiene­staba tos a que se suicidara o se autolesion­ara.

“Tras comprobar que se había calmado, intenté dormir algo, pero no pude pegar ojo. No quería dejarla sola”, señala Narváez, quien esa noche se encontraba en Málaga, a cientos de kilómetros del lugar de residencia de la chica. A primera hora del día siguiente, se puso en contacto con el centro escolar y habló con la coordinado­ra, quien conocía a la joven por su pertenenci­a a una familia desestruct­urada, pero ignoraba la situación de acoso que sufriendo. También llamó al sargento al mando de la Guardia Civil, que puso en marcha el protocolo contra acoso escolar. “Mi doble faceta como psicólogo y guardia me ayudó a saber cómo actuar”, declara Narváez.

Cuando los agentes se personaron en el centro comprobaro­n con preocupaci­ón que la chica no había ido al colegio. Localizada en su domicilio, se negó a hablar con ellos y únicamente deseaba comunicars­e con el alférez Narváez, quien la convenció de que expusiera su caso a los guardias.

Tras lo sucedido, la chica será trasladada a un centro especializ­ado, donde la ayudarán a desenvolve­rse en la vida, “porque no es retrasada, pero sí tiene un déficit de conocimien­to, agravado por lo que ha padecido”, reconoce Narváez. “Los acosadores, chicos y chicas, van a recibir su merecido porque están perfectame­nte identifica­dos”, asegura Narváez.

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