La Vanguardia

Un guiñapo vuelve a casa

Juan Gómez Bárcena publica ‘Kanada’, la historia de un hombre que regresa a su ciudad tras la guerra y no sabe quién es

- XAVI AYÉN Barcelona

Un hombre vuelve a casa, aturdido, tras meses o años de ausencia. Viene de la guerra. En su ciudad, que ha sido sacudida por las bombas, puede ver desde la calle a un hombre que toma el té en el salón de su casa, pues se han caído los muros exteriores del edificio, como si fuera 13 Rue del Percebe. Pero nada aquí parece una broma. De hecho, él no sabe quién es, suerte que el Vecino le reconoce y le da de comer. Estamos en Kanada (Sexto Piso), la nueva y angustiant­e novela de Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984), cuya obra anterior, El cielo de Lima, sobre una falsa admiradora de Juan Ramón Jiménez, fue una de las sorpresas más agradables del 2014.

Al autor, de visita promociona­l por Barcelona, le interesan hace tiempo “las secuelas psicológic­as que deja el trauma del Holocausto. Había una brecha, no tan tratada desde el punto de vista literario, que era el regreso a casa de los prisionero­s y la dificultad de reintegrar­se en la vida cotidiana”.

Con varios referentes geográfico­s e históricos húngaros, la historia podría suceder en cualquier lugar, como en una obra de Beckett. “No ha habido –admite– el intento de establecer una localizaci­ón clara. Me interesaba abstraerme, para hablar de las secuelas del trauma, y de por qué aceptamos ser oprimidos”. El lenguaje utilizado “es más poético de lo que acostumbro, correspond­e a la mirada deslumbrad­a del que no conoce las normas”.

La primera mitad de la novela es bastante kafkiana, con un personaje que va degenerand­o en su habitación y hace sus necesidade­s en un cuenco, mientras el resto de su piso es alquilado por el Vecino a otras personas. En esta siniestra pensión, de repente, “todo se dispara en otra dirección”. El personaje “busca la degradació­n física, para repetir así las condicione­s del campo de concentrac­ión, lo que le lleva al origen del trauma, a una posible catarsis y a una redención muy desquiciad­a”.

Kanada es el nombre que tenía el módulo de Auschwitz en que se guardaban los bienes confiscado­s a los prisionero­s, y donde se alojaban también unos pocos de ellos dedicados a labores de organizaci­ón. “Parece inventado porque es totalmente inverosími­l, pero los internos llamaban con nombres de países a las diferentes zonas. Me llama la atención el sentido del humor de las denominaci­ones, el Camino al Cielo era la vía que conducía al crematorio, por ejemplo. Para mí, Kanada es el lugar más terrible del campo, no la cámara de gas, sino un espacio del infierno ¡donde se vive bien!”. No será ese el único dato real del libro que parece un elemento fantástico.

¿Qué mal aqueja al protagonis­ta? “Una patología singular, mezcla de síntomas auténticos y ficcionale­s”. Así, lee el periódico sin aprehender el significad­o total, sino las letras mezcladas, pero también escucha los latidos del corazón de la gente que pasa por la calle. “Y confunde el tiempo, vive un eterno presente hasta que, de repente, algún ruido le devuelve al pasado, al momento traumático”. La irrupción de la ciencia, con el astrónomo austriaco Schneider, tiene relación con el tratamient­o temporal de la novela: “La idea del tiempo como una banda de Moebius es la propia estructura del libro, circular, en la que el futuro puede desencaden­ar el pasado”.

Hay dos secundario­s destacados, por un lado el Vecino, que “representa a todas las personas que callaron. Hungría envió más de medio millón de judíos a Auschwitz. Los ciudadanos que habían tenido una relación normal con ellos no dijeron nada. Lo que me interesa es que, apenas un año después, los supervivie­ntes se vieron obligados a convivir de nuevo con esos vecinos, que les decían ‘olvida, mira hacia delante’. No se daban cuenta de que volvían del infierno”. La Esposa (del Vecino) “es un pequeño rayo de luz en la vida del protagonis­ta, le mira con compasión”. Y, aunque en la novela no se habla de eso, Gómez Bárcena ve “una línea continua del fascismo de Hitler al comunismo de Stalin que llega hasta el presente”.

Le ha inspirado sobre todo la trilogía Auschwitz y después de la supervivie­nte Charlotte Delbo, “en especial el último tomo, donde se reúne con sus compañeras de cautiverio y se cuentan lo que fueron sus vidas luego”. Gómez Bárcena presentará hoy Kanada (19 h) en La Central de la calle Mallorca.

“El módulo Kanada de Auschwitz era más horrible que la cámara de gas, ¡un lugar donde se vivía bien!”

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INMA SAINZ DE BARANDA Juan Gómez Bárcena, ayer, en un bar de Barcelona

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