La Vanguardia

El sueño de Neymar eran 40 millones de euros

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Eliseo M. Martínez

Ya no hay marcha atrás: el pasado 27 de abril la Audiencia Nacional desestimó el recurso con el que el presidente del FC Barcelona, Josep Maria Bartomeu, pretendía esquivar pese a haber estampado su firma 138 ocasiones en 21 contratos, su juicio oral en el caso Neymar, en el que está acusado de estafa y corrupción entre particular­es. El recurso de Bartomeu tenía así el mismo destino que los presentado­s por otros encausados, como el propio jugador, su madre, y el FC Barcelona.

El caso avanza ya sin dilación hacia el juicio oral. Es una excelente ocasión para recordar qué es el caso Neymar, ante la confusión, en ocasiones interesada, que lo rodea.

En el 2011, Neymar tenía un contrato con el Santos y con DIS, empresa a la que había acudido para venderle el 40% de sus derechos federativo­s y a la que represento legalmente en este proceso. La entonces jovencísim­a estrella estaba sujeta, como todo jugador profesiona­l, a las normas de la FIFA, que impiden negociar unilateral­mente con otro club hasta seis meses antes de la finalizaci­ón de su contrato. Hasta entonces sólo los clubs pueden negociar, o los jugadores irse, pero pagando, eso sí, las cláusulas de rescisión de contratos. En este caso, 65 millones de euros.

Esas son las normas de los traspasos, normas que el jugador, sus padres y la directiva del FC Barcelona conocen y deciden infringir. Neymar recibe por debajo de la mesa un pago de 40 millones por los que el Barça no paga impuestos –eso luego le salió bien caro–, de los que recibe diez de forma inmediata, ahorrándos­e los 65 millones que debían pagar al Santos y a DIS. Frente a sus constantes referencia­s al “sueño” de jugar en el Barcelona –tan recurrente­s, por cierto, entre las estrellas foráneas de los grandes clubs–, parece que ese era el auténtico sueño de Neymar: conseguir 40 millones. Desde entonces su pesadilla fue que si finalmente no jugaba en Barcelona tendría que devolver cincuenta millo-

nes, según lo que había acordado con los directivos blaugrana. Como todas las partes eran consciente­s de que no podían hacer lo que estaban haciendo, recurriero­n además a una serie de contratos simulados para enmascarar sus ilícitos acuerdos.

Hagamos un paralelism­o: ¿qué pensarían ustedes si tal día como hoy un club ofreciese al padre de Messi, también su representa­nte, cien millones de euros por debajo de la mesa a cambio de compromete­rse a fichar por ellos al acabar su contrato, en junio del 2018, obviando los derechos del FC Barcelona?

Hay quien, como el abogado Pau Molins en un artículo publicado en este mismo diario, ha tratado de convertir por arte de magia al delantero, presunto autor de graves delitos, en víctima. Según su argumentac­ión, parece que la Fiscalía de la Audiencia Nacional, que también le acusa, y DIS quieren que los futbolista­s sean esclavos, y han decidido empezar su cruzada por Neymar.

En este caso hay víctimas, sí, el mercado de fichajes y el resto de clubs competidor­es, así como FAAP y los hermanos Delcir e Idir Sonda (de ahí las siglas de DIS), que aportaron tiempo, dinero y hasta cariño personal en la carrera profesiona­l de Neymar, cuando este ni había debutado en la élite brasileña, para luego ser traicionad­os por el delantero y su padre en una operación por la que el Barça ya ha sido condenado por dos delitos fiscales. Quedan ahora por depurar otro tipo de responsabi­lidades penales en el fichaje de Neymar.

Todas las partes eran consciente­s de que no podían hacer lo que estaban haciendo, por eso recurriero­n a una serie de contratos simulados

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