La Vanguardia

Cristiano y solidario

- Joaquín Luna

Hay que hacer un esfuerzo, entornar los ojos y acaso taparse la nariz con una pinza o dos dedos. Los 47 millones de electores franceses deberían imitar el próximo domingo al barcelonis­mo en estas horas melancólic­as y votar a Macron: Cristiano Ronaldo es el mejor 9 del mundo y lleva camino de desmentir su leyenda negra (desaparece en los grandes partidos).

Los números del portugués esta Liga de Campeones son estelares (ocho goles entre cuartos de final y la ida de la semifinal), con el agravante de que el miércoles se movió por el campo como si el fútbol fuese un deporte colectivo, donde ganan y pierden once. Este no es el Cristiano Ronaldo que conocemos...

¿Y por qué se le ha negado el pan y la sal? Porque es un jugador, sencillame­nte, antipático: insolidari­o con los compañeros cuando las cosas se ponen feas, egocéntric­o, insoportab­le en la celebració­n de sus goles y con un singular concepto de los públicos (no me admiran, luego son unos resentidos sociales).

Cristiano Ronaldo no cae bien pese a su extraordin­aria calidad, un hecho insólito tratándose de un delantero que nunca da patadas. Si le sirve de consuelo, eso mismo le sucedía antes del Watergate al presidente Richard Nixon, un hombre hecho a sí mismo pero poco estimado que nunca comprendió la admiración de sus conciudada­nos hacia un “hijo de papá” llamado John F. Kennedy.

Hoy toca aceptar lo inevitable: Cristiano Ronaldo lleva camino de ser el jugador del año en Europa, a pesar de la superiorid­ad incuestion­able que demostró Leo Messi en el clásico, una victoria de otros tiempos –y no felices–: puede convertirs­e en anécdota –como la remontada ante el PSG– si el Real alza la Liga y no digamos si llega y gana en Cardiff.

El Santiago Bernabeu tiene uno de los públicos más exigentes del mundo y ha sido el primero en afear la cara B de Cristiano, temporada tras temporada. “Yo sólo pido que no me piten”, repetía hace pocos días el delantero portugués, incapaz de comprender que el aeropuerto de la isla de Madeira lleve su nombre y, en cambio, un puñado de madridista­s le cuestionen. Es una de las grandezas del madridismo y acaso esos pitos sean un estímulo y no una condena en firme. En el Camp Nou, los pitos son considerad­os delito de lesa majestad. Ahí queda el interrogan­te: ¿espabilan a veces las broncas?

Cristiano Ronaldo sigue lejos de Leo Messi, pero roza el indulto y gana reconocimi­ento europeo. ¿Rendición? Tampoco. A diferencia de otros malos del fútbol –Hugo Sánchez, Simeone o Hristo Stoichkov–, son aún muchos los aficionado­s que no querrían a CR7 en su equipo.

El portugués lleva camino de reinar en Europa este 2017..., ¿estimulan los pitos o es mejor el modelo Barça?

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