May golpea primero
Los conservadores ganan con autoridad las elecciones municipales británicas
Las elecciones municipales celebradas ayer en Gran Bretaña han dado un espaldarazo a la premier Theresa May, que planteó los comicios desde el prisma del Brexit, lo que preludia un triunfo de los tories en las próximas generales.
Tras una derrota así, si fuera un entrenador de fútbol, Jeremy Corbyn habría sido relevado. Si fuera un general, le habrían quitado los galones. Si estuviera al frente de un consejo de administración, los accionistas lo habrían despellejado vivo. Y si fuera el presidente de una comunidad de vecinos, el colega del tercero B habría dado un golpe de Estado. Pero como es el líder del Labour, ha dicho que en el fondo podría haber sido peor, y que él sigue.
Los partidos en el poder obtienen tradicionalmente malos resultados en las elecciones municipales del Reino Unido por el desgaste que padecen y el deseo de castigarlos, pero los comicios de ayer en Inglaterra, Gales y Escocia fueron una excepción. De hecho, todo es excepcional en la política británica desde el referéndum del Brexit, el populismo se ha impuesto, la división tradicional derecha-izquierda ha desaparecido y todo se mide por el amor, el odio o la indiferencia hacia Europa.
No fueron unas elecciones comunes y corrientes, sino unas elecciones dentro de otras elecciones (nunca antes en la historia las municipales se habían celebrado en plena campaña de las generales). Y en ese sentido, no importaba tanto su resultado como lo que podían vaticinar de cara al 8 de junio. El pronóstico no deja lugar a dudas, una victoria rotunda de Theresa May. La primera ministra no tardó en reivindicar el desenlace como “un mandato para seguir luchando contra los burócratas de Bruselas y conseguir un buen acuerdo”.
Los conservadores conquistaron centenares de concejales, metieron la cuña en el País de Gales, ganaron
la alcaldía de Tees Valley (bastión laborista del norte de Inglaterra) y amenazaron la hegemonía del SNP en Escocia, todo ello victorias importantes que confirman lo bien que funciona el nacionalpopulismo de May, por lo menos hasta que las palabras sean confrontadas con los hechos. Pero el reparto del porcentaje de voto no fue todo lo bueno que habría deseado la primera ministra, con un 38% para los tories, un 27% para el Labour, un 18% para los liberaldemócratas, y sólo un 5% para el UKIP, que tras conseguir su objetivo del divorcio de Europa ha quedado obsoleto y en grave peligro de extinción.
En unos comicios locales entran en juego muchas consideraciones, pero May los planteó como un duelo con Bruselas y una ratificación de su liderazgo, denunciando de la manera más cruda la interferencia de los políticos de la UE en los asuntos internos del Reino Unido y su mala fe en las negociaciones del Brexit. Ganó, pero tal vez no con el margen que habría deseado, y por menos de lo que apuntaban las encuestas.
Si los resultados se extrapolan al 8-J, May ganaría, pero no por el margen aplastante que sugieren los sondeos
Si los resultados se repitieran el 8 de junio, obtendría una clara mayoría absoluta, pero no el triunfo aplastante al que aspira.
Aún así, en un país cada vez más polarizado, se trata del mejor resultado para un partido en el Gobierno en unas municipales desde 1974. El referéndum del Brexit inmoló a David Cameron, pero desde la tumba política el ex primer ministro ha visto realizado su objetivo de destruir al UKIP y unir a los tories, aunque sea en el odio a Europa.