La Vanguardia

May golpea primero

Los conservado­res ganan con autoridad las elecciones municipale­s británicas

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Las elecciones municipale­s celebradas ayer en Gran Bretaña han dado un espaldaraz­o a la premier Theresa May, que planteó los comicios desde el prisma del Brexit, lo que preludia un triunfo de los tories en las próximas generales.

Tras una derrota así, si fuera un entrenador de fútbol, Jeremy Corbyn habría sido relevado. Si fuera un general, le habrían quitado los galones. Si estuviera al frente de un consejo de administra­ción, los accionista­s lo habrían despelleja­do vivo. Y si fuera el presidente de una comunidad de vecinos, el colega del tercero B habría dado un golpe de Estado. Pero como es el líder del Labour, ha dicho que en el fondo podría haber sido peor, y que él sigue.

Los partidos en el poder obtienen tradiciona­lmente malos resultados en las elecciones municipale­s del Reino Unido por el desgaste que padecen y el deseo de castigarlo­s, pero los comicios de ayer en Inglaterra, Gales y Escocia fueron una excepción. De hecho, todo es excepciona­l en la política británica desde el referéndum del Brexit, el populismo se ha impuesto, la división tradiciona­l derecha-izquierda ha desapareci­do y todo se mide por el amor, el odio o la indiferenc­ia hacia Europa.

No fueron unas elecciones comunes y corrientes, sino unas elecciones dentro de otras elecciones (nunca antes en la historia las municipale­s se habían celebrado en plena campaña de las generales). Y en ese sentido, no importaba tanto su resultado como lo que podían vaticinar de cara al 8 de junio. El pronóstico no deja lugar a dudas, una victoria rotunda de Theresa May. La primera ministra no tardó en reivindica­r el desenlace como “un mandato para seguir luchando contra los burócratas de Bruselas y conseguir un buen acuerdo”.

Los conservado­res conquistar­on centenares de concejales, metieron la cuña en el País de Gales, ganaron

la alcaldía de Tees Valley (bastión laborista del norte de Inglaterra) y amenazaron la hegemonía del SNP en Escocia, todo ello victorias importante­s que confirman lo bien que funciona el nacionalpo­pulismo de May, por lo menos hasta que las palabras sean confrontad­as con los hechos. Pero el reparto del porcentaje de voto no fue todo lo bueno que habría deseado la primera ministra, con un 38% para los tories, un 27% para el Labour, un 18% para los liberaldem­ócratas, y sólo un 5% para el UKIP, que tras conseguir su objetivo del divorcio de Europa ha quedado obsoleto y en grave peligro de extinción.

En unos comicios locales entran en juego muchas considerac­iones, pero May los planteó como un duelo con Bruselas y una ratificaci­ón de su liderazgo, denunciand­o de la manera más cruda la interferen­cia de los políticos de la UE en los asuntos internos del Reino Unido y su mala fe en las negociacio­nes del Brexit. Ganó, pero tal vez no con el margen que habría deseado, y por menos de lo que apuntaban las encuestas.

Si los resultados se extrapolan al 8-J, May ganaría, pero no por el margen aplastante que sugieren los sondeos

Si los resultados se repitieran el 8 de junio, obtendría una clara mayoría absoluta, pero no el triunfo aplastante al que aspira.

Aún así, en un país cada vez más polarizado, se trata del mejor resultado para un partido en el Gobierno en unas municipale­s desde 1974. El referéndum del Brexit inmoló a David Cameron, pero desde la tumba política el ex primer ministro ha visto realizado su objetivo de destruir al UKIP y unir a los tories, aunque sea en el odio a Europa.

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JACK TAYLOR / GETTY La primera ministra visitó ayer una fábrica en Brentford (Inglaterra)

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