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El manifiesto impulsado por varios juristas por una solución para el debate independentista, y la decisión de Manuel Valls de sumarse al partido de Emmanuel Macron.
EL anuncio del ex primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, de querer presentarse a las próximas elecciones legislativas de junio como candidato del movimiento La República en Marcha, del recién elegido presidente Emmanuel Macron, supone un duro golpe al Partido Socialista francés (PS). Esta formación, tras el mediocre quinquenio presidencial del socialista François Hollande, se desangra en medio de profundas divisiones internas y de unos resultados electorales que lo sitúan como una fuerza residual. El propio Valls, ayer mismo, decretó que el PS “está muerto”, como todos los viejos partidos, aunque matizó que “no lo están sus valores”, que él dice defender.
La decisión de Valls, anunciada ayer en declaraciones públicas, fue acogida con cierta frialdad entre las filas de Macron, ya que su movimiento intenta desmarcarse de todo lo que huela a continuidad. Pero no hay duda de que su apoyo puede ser importante para ayudar al movimiento La República en Marcha a conseguir la mayoría parlamentaria amplia de centroizquierda y de centroderecha que necesita para poder gobernar y aplicar su programa. En este sentido, desde el puente de mando de Macron, se ha considerado muy positivo que “progresistas de su importancia” quieran unirse a ellos.
Valls no puede aspirar a repetir en el cargo de primer ministro –del que dimitió en diciembre para presentarse a las primarias presidenciales del PS– ni tampoco, probablemente, a entrar en el nuevo gobierno. Tiene muy poca sintonía personal con Macron. Comparte, sin embargo, gran parte de sus ideas y de su programa electoral, y por eso lo apoya. Lo que parece que intentará Valls es liderar, en apoyo de Macron, toda el ala social liberal del PS que quiera unirse a él para sumar las máximas fuerzas. Hay que recordar que, pese a que perdió en las citadas primarias presidenciales socialistas frente a Benoît Hamon, logró un 42% de los votos de los militantes y simpatizantes de su partido.
Acusado de traición y de falta de lealtad, y pese a que pueda ser expulsado del PS, Valls se define como socialista y como hombre de izquierdas. Con su valiente apuesta asume la realidad de su partido: la división insuperable entre la corriente socialdemócrata liberal, que él encabeza, y los que comparten las ideas del líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon. Habrá que ver si el PS puede sobrevivir al duro golpe que supone la maniobra de Valls y cómo evoluciona la integración del ala socialista liberal en el movimiento de Macron. De momento, sin embargo, es un paso más en el cambio del paisaje político que vive Francia.