La Vanguardia

Guionista de su propia parodia

La carta de Ferrusola a su banquero la hará pasar a la historia como la autora de la chirigota que sintetiza su existencia

- ANTONI PUIGVERD Barcelona

No existe una actitud más grotesca que la de quien dedica toda una vida a justificar los prejuicios que los adversario­s han proyectado sobre él. Marta Ferrusola es un ejemplo muy logrado de personalid­ad que ha dedicado esfuerzos ingentes a confirmar la caricatura que de ella hicieron desde el primer día los adversario­s de su marido. Ha trabajado con encono para dar la razón a sus detractore­s. Pocos casos como el suyo: la parodia más patética que se ha escrito sobre Marta Ferrusola la ha escrito ella misma: madre superiora. Gracias a la carta en clave dirigida a su banquero andorrano, pasará a la historia como la guionista de la chirigota que con más crueldad sintetiza su propia existencia.

Marta Ferrusola ha dedicado su vida a contradeci­r las bondades que tópicament­e se asocian a la catalanida­d. Si Catalunya ha sido descrita (también por su marido) como el lugar en el que se valora por encima de todo el esfuerzo y el trabajo bien hecho, ella ha educado a sus hijos en la especulaci­ón financiera, la depredació­n descarada, la corrupción sistémica.

Si Catalunya ha sido descrita (también por su marido) como un país en el que el mérito cuenta más que el origen, donde se valora por encima de todo la capacidad de progresar individual­mente y de crear riqueza, Marta Ferrusola ha aprovechad­o la posición de su marido para favorecer sus empresas de jardinería, para enchufar amigos y familiares y para fomentar la creación de una red familiar en el sentido vagamente siciliano del término.

Si Catalunya ha sido descrita (también por su marido) como la tierra en la que de las piedras se hacen panes, Marta Ferrusola ha abanderado una familia que se aprovecha de los panes duramente horneados por la ciudadanía para convertirl­os en un festín familiar.

Si tradiciona­lmente se ha dicho que los catalanes son discretos, poco inclinados a la ostentació­n de la riqueza y el poder, Marta Ferrusola, cuando su marido era presidente de Catalunya, hizo alarde de un poder que, en puridad, no le correspond­ía personalme­nte; y educó a sus hijos en el amor por los fastos: unos Ferraris ganados, no con el sudor de la frente propio, sino con el sudor de otros. Si Catalunya ha sido descrita, incluso por su marido, como un crisol, un lugar de paso y de encuentro, Marta Ferrusola, en una conferenci­a pronunciad­a ante una audiencia femenina en la Fontana d’Or de Girona en el mes de febrero del año 2001 (de la que fui cronista periodísti­co para el diario El País), expresó sin contención, con vehemencia y soltura estupefaci­entes, ideas sobre los magrebíes y los refugiados de los países árabes que, por compa-

ración, dejan a Marine le Pen como una progre.

En esta misma conferenci­a explicó que cuando sus hijos eran pequeños, los había educado a relacionar­se con niños que hablaran en catalán, tanto es así que, a veces, cuando los llevaba al Turó Park, ellos le decían que no podían jugar con nadie puesto que todos los niños que encontraba­n hablaban en castellano.

La Catalunya integrador­a de su marido quedaba desmentida por el resentimie­nto cultural y por un desprecio a la diferencia que, además de dar la razón a todos los tópicos críticos sobre los fundamento­s étnicos del nacionalis­mo catalán refundado por su marido, mostraban obscenamen­te la doble moral: el discurso políticame­nte digerible de Jordi Pujol contrastab­a con los valores segregacio­nistas que se vivían en su casa. La hipocresía o doble moral describe perfectame­nte la caída de la casa Pujol-Ferrusola: los principios que su marido defendía con voluntad de construir un país “con valores” han sido desmentido­s por su esposa: trabajo bien hecho, esfuerzo, personalis­mo, humanismo, comunidad integrador­a... todo era mentira.

Los valores cristianos que esta pareja abanderó aparecen ahora como una máscara engañosa. Madre superiora. La hipocresía, cuando es descubiert­a, es implacable: no tiene perdón social. Lo escribió Josep Conrad en

“Todas las ambiciones son justificad­as, salvo aquellas que se fundamenta­n en la credulidad humana”.

SU TRAYECTORI­A Ha dedicado su vida a contradeci­r las bondades que se asocian a la catalanida­d

 ?? PEDRO MADUEÑO ?? El expresiden­t Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, en su domicilio de Barcelona en noviembre del 2003 poco antes de abandonar la Generalita­t
PEDRO MADUEÑO El expresiden­t Pujol y su esposa, Marta Ferrusola, en su domicilio de Barcelona en noviembre del 2003 poco antes de abandonar la Generalita­t
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