La Vanguardia

Ni contra la ley ni sólo con ella

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NO degrademos nuestras institucio­nes saltándono­s el Estado de derecho ni bloqueando los cambios que son necesarios y posibles. Esta es la idea central del manifiesto Contra la llei, no; només amb la llei, tampoc, que impulsan varios juristas de prestigio y fue presentado ayer. En dicho texto se recogen una serie de peticiones, dirigidas unas al Gobierno de España y, otras, al de la Generalita­t. Entre las primeras se cuenta la de iniciar rápidament­e la negociació­n sobre diversas materias planteadas de modo reiterado por el Gobierno catalán, relativas al ejercicio de sus competenci­as y a la ejecución de inversione­s estatales en Catalunya largo tiempo demoradas; o la de cumplir los compromiso­s sobre la disposició­n adicional tercera del Estatut, la financiaci­ón de los Mossos o la ejecución del plan de Rodalies. Entre las segundas peticiones, dirigidas a la Generalita­t, están la de que se suspenda, aunque sea provisiona­lmente, la convocator­ia de un referéndum de autodeterm­inación; la de renunciar a la desobedien­cia del marco legal; la de participar activament­e en las negociacio­nes con el Gobierno central, etcétera.

Este manifiesto, que cuenta con el respaldo, entre otros, del exvicepres­idente del Tribunal Constituci­onal Eugeni Gay; del catedrátic­o de Derecho Constituci­onal Xavier Arbós, o de la exconselle­ra de Justícia en el primer Govern de Artur Mas, Pilar Fernández Bozal, será sometido a debate mañana en el Col·legi de l’Advocacia de Barcelona. Pero ayer ya suscitó no poca atención. Lo cual es pertinente, por lo que tiene de llamada al diálogo y a la negociació­n en un momento en que las posiciones políticas en el conflicto catalán están muy encontrada­s y no se vislumbra salida.

La Vanguardia ha hecho repetidos llamamient­os al diálogo, como única vía posible para superar el encono al que han conducido un movimiento soberanist­a que se dice dispuesto a saltarse el ordenamien­to legal y un Gobierno central al que le ha faltado mucha agilidad a la hora de dar satisfacci­ón a las reclamacio­nes catalanas. Hasta la fecha estos llamamient­os han sido en vano, pese a basarse en la sensatez que tradiciona­lmente, y con todo merecimien­to, se ha atribuido a los catalanes. Por ello resulta reconforta­nte escuchar a juristas de probada profesiona­lidad pronuncián­dose en favor del diálogo y de la búsqueda del acuerdo. Carece por completo de sentido que el Govern haya embarcado al conjunto de la sociedad catalana en una nave que dice haber puesto proa hacia la independen­cia, pero cuyo rumbo es más que incierto. Como carece de sentido el quietismo y la insensibil­idad del Gobierno central, que no sólo desoye (más allá de ciertas gesticulac­iones) las demandas catalanas, sino que además parece haber confiado su timón a un piloto automático que apuesta sistemátic­amente por la judicializ­ación del conflicto. Ayer tuvimos la última prueba de lo dicho, gracias al rápido anuncio de querella efectuado por la Fiscalía al poco de que el Diari Oficial de la Generalita­t publicara la licitación del contrato para la adquisició­n de urnas destinadas a un hipotético referéndum o a otro tipo de consulta.

Pese a estas y otras iniciativa­s anteriores, insistirem­os una vez más en que no estamos ante un problema judicial, sino político, y que como tal exige una acción política. La solución al actual conflicto sólo puede venir, y de modo exclusivo, por esta senda. Cuanto antes la tomen unos y otros, mejor para todos.

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