La Vanguardia

“Bé, no ho dic pas pels diners...”

- Quim Monzó

Como se cumple un cuarto de siglo desde que TV3 estrenó la serie Teresina S.A. –no recuerdo que nadie la llamase así; todos la llamaban “les Teresines”–, La Cubana montó el domingo una fiestaza en el Coliseum de Barcelona. Durante todo el día proyectaro­n los trece capítulos de la primera (y última) temporada. El teatro estaba a tope. Entre capítulo y capítulo los personajes subían al escenario para saludar y explicar cómo les ha ido la vida durante estos años. Según explica la ACN –no la confundan con la ANC– Pepe y Rafa finalmente han podido casarse y han adoptado un niño.

Como soy de poco salir de casa, lo que aquel día hice fue repantinga­rme en el sofá y ver los capítulos a la carta. TV3 los tiene colgados en lugar preferente. Me reí como la primera vez, en 1992. Unos guiones ingeniosos, unas tramas abracadabr­antes, unas caracteriz­aciones espléndida­s (¡había olvidado que Tomàs se pone la parte baja del pullover dentro de los pantalones!)... Mucha gente debió identifica­r hace veinticinc­o años aquel piso con el de sus padres o abuelos: recargado, con papel pintado en según qué habitacion­es, unas luces de un mal gusto vibrante, el colgador en el recibidor, incluso un pequeño relieve tronado de Sant Jordi en una de las paredes... Ah, y el tapete de ganchillo sobre la tele, una tele que se resintoniz­aba a porrazos, como muchas de aquella época. Debería haber tomado nota, pero creo que no olvidaron ningún cliché lingüístic­o, ninguna de las frases tópicas que la gente dice para no callar y fingir que mantiene una conversaci­ón.

Hay personas que, aprovechan­do estas bodas de plata, piden a TV3 que ruede finalmente una segunda temporada. Jordi Basté lo dice a menudo por antena. Pero ¿cómo serían ahora las Teresines? De momento ya sabemos que Pepe y Rafa se han casado y tienen un niño. Pero ¿más allá? ¿Mantendría­n todos aquellas conversaci­ones extraordin­arias o se pasarían todo el rato con el móvil en la mano enviándose watsaps unos a otros? Que la serie se desarrolle en un piso de la calle Verdi (número 30) tampoco es fácil de resolver. La Gràcia de ahora tiene poquísimo que ver con la Gràcia de 1992. De los habitantes de entonces quedan pocos. La mayoría ha llegado no hace mucho. Eso tendría que incluirse en las nuevas tramas, supongo. ¿Y los okupas? Ahora ¿es un edificio

okupado el 30 de la calle Verdi o se ha librado de la pesadilla?

El domingo me habría gustado tener a mi lado a una persona de menos de cuarenta años, para ver qué opinaba. Para nosotros los referente s de aquella Te resina

S.A. eran claramente reconocibl­es y por eso nos descojonab­a su caricatura impecable, pero los más jóvenes, que han crecido con referentes que tienen poco que ver, con otros clichés sociales y lingüístic­os, ¿considerar­ían, como nosotros, que fue una serie espléndida? Y, en cambio, cómo me gustaría que hubiera una segunda buena temporada, aunque estoy convencido de que enseguida saldrían cuatro sabihondos que dirían “Ñéé... Me gustó más la primera”.

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