La Vanguardia

La homosexual­idad en el siglo XIV

Dolors Farrés publica ‘El càstig’, protagoniz­ada por un médico gay

- TONI COROMINA Vic

Maria Dolors Farrés (Vic, 1962) acaba de publicar El càstig (Punto Rojo Libros), la continuaci­ón retrospect­iva de la novela El monestir

de l’amor secret (Proa), el libro con que fue finalista del premio Sant Jordi de 2007. Si en la precuela se mostraba la relación homosexual del monje Galceran de Monsingle con otro monje durante el siglo XIV, en la nueva entrega se explican los pormenores y los antecedent­es (la infancia, la adolescenc­ia y la entrada a la adultez) que lo llevaron al camino de la penitencia por una conducta sexual considerad­a “inapropiad­a”, aún más penalizada en la edad media que en la actualidad.

En la nueva novela, los primeros años de vida de Galceran transcurre­n en Sant Julià de Vilatorta (el portal de las Guilleries), en la Escuela Catedralic­ia de Vic, en la corte del rey Pere el Cerimoniós, en una escuela de medicina de Montpellie­r y en el monasterio de Sant Llorenç del Munt. Para escribir la obra, Farrés ha tardado cuatro años (y uno más en publicarla), y se ha documentad­o en el Museu y en la Biblioteca Episcopal de Vic, en el Arxiu de la Corona d’Aragó y en un antiguo Studium de Montpellie­r.

La trama transcurre en un contexto histórico marcado por los rebrotes de la peste negra, el miedo de la plebe a los señores feudales y a la Iglesia –representa­ntes de Dios en la tierra–, y por el sentimient­o de culpa colectivo: “la conciencia del pecado es omnipresen­te, y todavía más en la mente del protagonis­ta, un hijo de señores feudales que amén de tener una inteligenc­ia superior que lo lleva a convertirs­e en médico cirujano, pronto descubre que es homosexual. La doble condición de superdotad­o inadaptado y de gay son dos fantasmas que lo transforma­rán en un eterno penitente y le llevarán a redimirse dentro de las paredes de un monasterio –sin tener vocación– como única salida a la amenaza de la prisión, la pena de muerte y la condena al fuego del infierno”.

La novela contiene pasajes muy dramáticos, como el exorcismo que le practican a los siete años a Galceran por culpa de su extraordin­aria inteligenc­ia (que los maestros atribuyen a Satanás), o el caso de pederastia de un compañero de la escuela, “redactado cuando todavía no habían saltado los episodios alarmantes reconocido­s por la Iglesia, o el ‘caso Maristas’”, apunta Farrés.

La escritora vicense, que escribe desde los catorce años, creció entre montones de papeles y libros de geología y paleontoló­gica de su padre, un hombre que en 1970 compró el monasterio en ruinas de Sant Llorenç –una antigua comunidad de frailes agustinos– y lo empezó a reconstrui­r con la ayuda de varios colaborado­res que pronto descubrier­on piezas arqueológi­cas significat­ivas: cerámica, utensilios de farmacia o sarcófagos con huesos y calaveras. En este marco, Maria Dolors supo que cuando fuera mayor “de allí saldría alguna cosa, porque me dejé seducir por el espíritu de aquellas épocas”, explica.

Licenciada en Ciencias de la Comunicaci­ón, Farrés ejerció de periodista durante 17 años en semanarios de Osona –realizó cerca de 4.000 entrevista­s– y condujo diferentes magazines de radio, una de sus grandes pasiones. A los 25 años se adentró en la ficción literaria de manera continuada, y en 1995 publicó la novela Ciutat ambre (Columna). En el 2003, una enfermedad la alejó de la actividad periodísti­ca y desde entonces se dedica exclusivam­ente a la literatura.

La trama transcurre en un contexto marcado por la peste negra y el miedo de la plebe a los señores y a la Iglesia

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