La Vanguardia

Iago Pericot

El veterano creador monta en La Seca una pieza sobre la confusión que vive el mundo actual

- JUSTO BARRANCO Barcelona

DIRECTOR DE TEATRO

Casi nonagenari­o, Iago Pericot sigue mirando el mundo actual y llevándolo a las tablas del teatro para enfrentar a los espectador­es con su realidad. En este caso, resucita a Adán y Eva para que se enfrenten a la confusión de hoy.

Iago Pericot se acerca a los noventa años pero no para de tener ideas. Y de llevarlas a la práctica. Sobre todo, no quiere repetirse. “Jordi Coca dice que siempre haré proyectos de adolescenc­ia, porque siempre tras realizar un proyecto nunca lo repito, sea un cuadro que pinto o una obra de teatro, busco la novedad, como los adolescent­es. Un adolescent­e de 87 años”, sonríe. “Los teatros hacen cosas que cambian un poco pero no demasiado, está bien que lo hagan, hay cosas estupendas, pero a mí me gusta siempre tomar ideas nuevas”, señala. Y es evidente que todavía conserva un espíritu gamberro. Como en su nueva obra, Adam i Eva, que se estrena el próximo día 17 en La SecaEspai Brossa –donde estará hasta el 18 de junio– en la que resucita a los primeros padres bíblicos para que vean el confuso mundo de hoy. Y elijan si se quedan en este mundo o se van muy lejos.

Nacido en El Masnou en 1929, sigue dando largos paseos por su playa con su perro Glop. Mira el mar, piensa en teatro y tiene ideas. Ideas en las que no pierde de vista el mundo en el que vive. Hace unos años, en el 2010, montó en el Teatre Nacional de Catalunya La venus de Willendorf, un espectácul­o nacido de la noticia de la quema de una indigente en un cajero barcelonés por unos jóvenes. Violencia gratuita. Danza y teatro al compás de La pasión según san Mateo de Bach, “la música de la violencia”, según explicaba. Y ahora no es una noticia concreta sino muchas, el enorme flujo de imágenes y la confusión que observa en ellas, en el mundo actual, lo que le ha llevado a crear Adam i Eva, un montaje de una hora protagoniz­ado por Malcolm McCarthy, Adriana Segurado y Climent Sensada en el que Pericot explica que hay poco texto, “hay más movimiento y expresión del gesto que es a lo que me dedico últimament­e. El lenguaje, las palabras están bien, pero los gestos son mucho más potentes”.

Por supuesto, para el montaje no resucita a unos primeros padres cualesquie­ra, sino a los magníficos Adán y Eva de Durero. “Lo primero que reflexiono para la obra es sobre el hecho del cuadro: si no lo mira nadie, no existe. Así que pensé en dar visualidad a un cuadro de otro modo, explica Pericot, y hace que “en los de Durero, maravillos­amente pintados, haya un momento en el que la manzana que tiene Eva en la mano le cae al suelo. Ambos miran la caída y piensan: entonces podemos tener vida nosotros. Y salen del cuadro. Pensé que si los sacaba del cuadro éste quedaba destrozado. pero tomaba nueva vida. No saben ni por qué existen. Así, los dos comienzan a conocerse, tocarse, mirarse. Y luego contemplan en silencio vídeos y fotografía­s del mundo actual. Imágenes que vemos cada día y por más dramáticas que sean, matándose unos a otros, no podemos hacer nada. También hay cosas bonitas, porque hay millones más de personas buenas que malas, pero el mundo es muy confuso. Y al ver ese destrozo, Adán intenta volver al cuadro, frente a Eva que le pide que no lo haga porque le quiere”.

Todo se complicará más en un montaje que, concluye el autor, “es una crítica de la confusión en la sociedad actual: Adán y Eva ven el mundo entero y deben elegir entre quedarse o marchar. Yo a veces tengo ganas de marchar viendo lo que pasa, niños que se ahogan en el mar huyendo de un país a otro. La gente no está contenta”.

En la obra, el Adán y la Eva de Durero cobran vida y deben decidir si se quedan en el mundo de hoy o marchan lejos

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 ?? LA SECA ?? Herman Bonnín apoya su mano en Iago Pericot en la presentaci­ón en La Seca de Adam i Eva
LA SECA Herman Bonnín apoya su mano en Iago Pericot en la presentaci­ón en La Seca de Adam i Eva

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