La Vanguardia

Luiz Inácio Lula da Silva

El expresiden­te de Brasil declara ante el magistrado Moro

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EXPRESIDEN­TE DE BRASIL

Luiz Inácio Lula da Silva (71) declaró ayer ante el juez por el caso de corrupción Petrobras, que ya derribó a su sucesora, Dilma Rousseff. El expresiden­te está acusado de cobrar de una constructo­ra a cambio de contratos para la petrolera estatal.

La exmandatar­ia Rousseff apoya a su mentor en Curitiba y la justicia suspende el Instituto Lula

Cara a cara. Lula y Moro. Dos símbolos opuestos de Brasil se encontraro­n ayer en Curitiba pero no de manera amistosa. El juez que encabeza la lucha contra la corrupción, Sérgio Moro, tomó declaració­n al expresiden­te Lula, acusado de recibir un apartament­o tríplex en la playa como soborno de la constructo­ra OAS, a cambio de conseguirl­e contratos con Petrobras. OAS también pagó el almacenami­ento de los objetos recibidos por Lula en sus ocho años de gobierno (2003-2010). Se trata de uno de los cinco procesos por corrupción que afectan al exsindical­ista. Como estaba previsto, el expresiden­te se libró de la prisión, aunque no de una declaració­n de cinco horas, tras la cual Lula se dirigió al centro de Curitiba para reunirse con sus seguidores.

Los abogados del líder del Partido de los Trabajador­es (PT) intentaron hasta ayer que el Tribunal Supremo paralizara la declaració­n. Los defensores de Lula también pidieron que la comparecen­cia fuera recogida por un equipo propio de televisión y transmitid­a en directo, pero Moro lo rechazó. El testimonio fue grabado por los servicios de vídeo de los tribunales federales de Curitiba, en el estado de Paraná.

Además, el martes la justicia ordenó la suspensión de actividade­s del Instituto Lula, que también recibió aportes de empresas en pago a supuestos sobornos. Con sede en Sao Paulo, el Instituto gestionaba el legado político del expresiden­te y era utilizado por Lula para cobrar las conferenci­as que ofrecía.

Miles de partidario­s de Lula, militantes del PT y de organizaci­ones sociales, se desplazaro­n a Curitiba para apoyar al exmandatar­io, incluida su sucesora, la expresiden­ta Dilma Rousseff. La justicia les prohibió que acamparan o se acercaran a los tribunales, donde se estableció un amplio cordón de seguridad.

Destinado en Curitiba, Moro comenzó a investigar el escándalo por el saqueo de la petrolera estatal a partir de la confesión de un arrepentid­o de esa ciudad del sur de Brasil. En el caso, conocido también como Lava Jato (lavacoches), hay procesadas unas 1.500 personas, un centenar de las cuales ya están condenadas y en prisión.

La destitució­n de Rousseff, el año pasado, fue una de las consecuenc­ias del caso, destapado en el 2014 y que ha supuesto un terremoto político en Brasil, sumido desde entonces en una crisis institucio­nal. El escándalo ha alterado el futuro del país y podría cambiarlo más si Lula acaba en la cárcel o es inhabilita­do, ya que tiene intención de postularse a las presidenci­ales del 2018.

Para sus detractore­s, el líder petista es el emblema de la corrupción, el señor X del caso Petrobras, donde están implicados políticos y especialme­nte legislador­es de casi todos los partidos incluido el PMDB del actual presidente Michel Temer, antiguo aliado del PT. Sin embargo, para sus partidario­s, Lula sigue siendo el mito intocable que transformó Brasil y sacó de la miseria a millones de personas, y por ello aún mantiene una altísima intención de voto en las encuestas. La paradoja es que el expresiden­te compite en imagen positiva con Moro quien, aunque nunca expresó su voluntad de postularse, no para de recibir peticiones populares para ser candidato presidenci­al.

Una curiosa valla publicitar­ia pagada por sus detractore­s daba ayer la bienvenida a Lula en Curitiba. Se leía la etiqueta #somostodos­lavajato y se veía un dibujo del exmandatar­io tras unos barrotes y con traje de preso a rayas blancas y negras. “Sea bienvenido. La república de Curitiba te espera con las rejas abiertas”.

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FERNANDO BIZERRA JR / EFE Lula, con una bandera de Brasil, a su llegada ayer al tribunal

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