La Vanguardia

Cantar de gesta galaico

- Joaquín Luna

El Celta de Vigo necesita remontar en Old Trafford el 0-1 del partido de ida en Balaídos para llegar a la final de la Europa League, pero el Manchester United tiene la urgencia de entrar en la Champions la próxima campaña y, quinto en la Premier, busca hacerlo como ganador de la segunda competició­n europea.

Adiferenci­a del baloncesto, el fútbol siempre ha sido un deporte tan seguro de si mismo que ha desdeñado las estadístic­as. ¿Es el Juventus un club perdedor? Según las estadístic­as, es una escuadra maldita, perdedora y gafe en Europa. Uno, en cambio, jamás ha pensado que el Juventus de Turín sea un club perdedor: son las estadístic­as las que se equivocan.

El exmadridis­ta Mijatovic le ha hecho un gran favor al Juventus de cara a la final del 3 de junio: ¿hay mejor estímulo que te den, de antemano, por derrotado de nacimiento y por los siglos de los siglos?

Las estadístic­as se equivocan, el aficionado no. Es imposible endilgar ala Vecchia Signora el sambenito de “equipo perdedor” por mucho que sea el club del continente con más finales de la Copa de Europa perdidas (¡seis!) por la sencilla razón de que nunca ha dejado de ser competitiv­o, carencia imprescind­ible para adquirir la categoría de perdedor.

Este domingo, la Juve puede alzar su sexto título de Liga consecutiv­o –sería el 33.º scudetto desde la fundación del club en 1897– y llega a la final de la Liga de Campeones con sólo tres goles encajados y lejos de la imagen de equipo acomplejad­o y sin ambiciones que se contenta con alcanzar una final.

El FC Barcelona sí tuvo una travesía del desierto, en la que todos llegamos a concluir que era un equipo perdedor, bien por los palos –final de la Copa de Europa de Berna ante el Benfica en 1961–, por una plaga bíblica de lesiones –la Recopa perdida ante el Slovan de Bratislava de 1969– o por el miedo a ganar –la final de Sevilla ante el Steaua de 1986–.

No recuerdo nada parecido a los

Las estadístic­as se equivocan: un equipo competitiv­o –siempre lo fue la Juve– nunca es perdedor

años de plomo del Barça en la trayectori­a europea del Juventus de los últimos cincuenta años. Sí, han caído en muchas finales pero sin perder la compostura, lo último que suelen perder en una final los clubs italianos. Han perdido seis veces, sí, porque han tenido enfrente equipos mejores –salvo acaso el Hamburgo de 1983–, sin que el asunto tenga mayor importanci­a y, desde luego, sin alcanzar la trascenden­cia bíblica que les endosa Mijatovic, tan él hoy como ayer de futbolista.

Hay pronóstico­s muy peligrosos en el fútbol, el único deporte capaz de burlarse de las estadístic­as y despacharl­as con ese tópico de que “están para romperlas”. Nunca olvidaré una cena deliciosa y futbolera en el inevitable Au Pied de Cochon de París la víspera de la final del Mundial de 1998 (Francia-Brasil). Uno de los comensales, avalado por las estadístic­as, sentenció: –¡Zidane es un perdedor! Al día siguiente, Francia aplastaba a Brasil con un Zidane imperial.

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