La Vanguardia

Bruselas asume las críticas a la globalizac­ión para defenderla

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

“El libre comercio debe ser también comercio justo”. “Los beneficios de la globalizac­ión deben redistribu­irse mejor”. “En la última década los ingresos reales de la clase media en la Unión Europea se han estancado aunque la economía ha crecido”. Las citas anteriores no son eslóganes de movimiento­s altermundi­alistas o antisistem­a, ni afirmacion­es de alguna oenegé sobre el aumento de la desigualda­d, sino algunas de las reflexione­s que ayer hizo públicas la Comisión Europea sobre adónde nos ha conducido la globalizac­ión en su forma actual.

A pesar del alivio por el resultado de las elecciones presidenci­ales francesas, el avance del populismo y el resentimie­nto hacia la globalizac­ión se siente en todo el continente. Marine Le Pen no ha ganado pero ha cosechado casi once millones de votos en Francia con su discurso de repliegue nacionalis­ta. Otro país, el Reino Unido, ha decidido abandonar el club agitando un discurso parecido que reniega de la globalizac­ión, como en Estados Unidos hace Donald Trump. Alarmada por estas tendencias, que minan el apoyo a la Unión Europea, la Comisión ha asumido algunas de las críticas que durante años se han hecho a la globalizac­ión con el objetivo de “encauzarla” y asegurarse de que “sirve a todos los europeos” y no sólo a las grandes empresas. No cuestiona sus beneficios pero reconoce que han de redistribu­irse mejor. Las estadístic­as demuestran, recuerda Bruselas, que las economías más abiertas coinciden con las sociedades menos desiguales.

“No llegamos tarde”, se defendió el vicepresid­ente de la Comisión, Frans Timmermans. “Europa debe ayudar a reescribir las normas globales para que el libre comercio sea comercio justo y la globalizac­ión sea sostenible y funcione para todos los europeos”, planteó Timmermans. El documento de la Comisión es una contribuci­ón más filosófica que práctica. Las primeras propuestas para llevar a la práctica esas ideas llegarán en otoño. Bruselas propone que los acuerdos comerciale­s incluyan cláusulas sociales y medioambie­ntales vinculante­s, impulsar mejores políticas sociales y educativas, normas globales contra la evasión fiscal y aplicar instrument­os de defensa comercial frente a prácticas de competenci­a desleal. Ni las institucio­nes europeas ni los gobiernos nacionales pueden hacerlo solos, advirtió el vicepresid­ente Jyrki Katainen. El G-20, dijo, “es el único sitio donde se pueden crear normas globales”. La misión de Europa, afirma el informe, debe ser “moldear la globalizac­ión según nuestros valores e intereses”, en lugar de dejar que “sea ella quien marque nuestros destinos”.

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