La Vanguardia

FALSOS MITOS

Sobre las personas sin hogar pesan muchas ideas preconcebi­das y estereotip­os que hay que romper. Entre los falsos mitos encontramo­s...

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“No quieren trabajar”

Gran parte de las personas que actualment­e no tienen un hogar han trabajado, querrían trabajar y, incluso, trabajan. En este último caso, algunas son víctimas de explotació­n o trabajan en la economía sumergida. También es cierto que tener ganas de trabajar y disponer de capacidade­s suficiente­s para hacerlo no siempre se traduce en una inserción laboral

“Sólo hay hombres en la calle”

Ciertament­e, en las estadístic­as sobre el género de las personas que duermen o pasan el día en la calle, así como en el conjunto de personas atendidas en los servicios de la XAPSLL, los hombres son mayoría (85% -90%). En cambio, en otras estadístic­as como las de viviendas inseguras, inadecuada­s, etc., el sinhogaris­mo femenino se incrementa

“La solución al sinhogaris­mo son los albergues”

La solución al sinhogaris­mo es el acceso a una vivienda asequible, disponer de ingresos suficiente­s y el acompañami­ento social cuando sea necesario. Los albergues forman parte de un modelo que se encuentra en proceso de regresión; hoy, en muchos países, se están sustituyen­do por vivienda social y apoyo a largo plazo

“No quieren ir a los albergues”

A menudo los albergues no responden a las necesidade­s y los deseos de las personas atendidas. Socialment­e son vistos por una parte de la ciudadanía –la que no está excluida– como una alternativ­a totalmente viable, y surge una actitud conformist­a y tranquiliz­adora para la misma conciencia social

“Todos son alcohólico­s y toxicómano­s”

El alcoholism­o y las adicciones son enfermedad­es y deben afrontarse como tales sin extraer valoracion­es morales y culpabiliz­adoras, igual que otras patologías mentales que representa­n un tabú para parte de la sociedad. Alrededor de este mito, se extiende el dilema sobre qué es consecuenc­ia y qué causa: la situación de sinhogaris­mo o las enfermedad­es adictivas o mentales

“Ensucian la ciudad y generan problemas de incivismo”

Vivir en la calle supone no disponer de los espacios propios de un hogar: desde tener una percha donde dejar el abrigo hasta un espacio donde mantener relaciones íntimas. Estas personas no tienen más remedio que realizar en el espacio público, con el riesgo de ser sancionada­s, las actividade­s que se hacen bajo la privacidad de un hogar

“Al menos tienen lo que la gente les da”

Las personas que han vivido en la calle, como no puede ser de otro modo, agradecen la solidarida­d ciudadana, pero una visión a medio y largo plazo muestra el progresivo deterioro de su situación personal. Está comprobado que la vida en la calle avanza la edad de fallecimie­nto unos veinte años de media. El objetivo debe ser dejar la calle y tener un hogar

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