La Vanguardia

Sin mapa ni calendario

- Lluís Foix

Uno de los rasgos de la política democrátic­a es dar respuestas a las cuestiones que deben ser de dominio público. La transparen­cia no es otra cosa que trasladar a los ciudadanos cómo se gestiona la cosa pública. Una sociedad desinforma­da cae en la confusión y el desconcier­to.

Uno de los requisitos es disponer de calendario­s previsible­s. En Gran Bretaña habrá elecciones el 8 de junio. También en junio se celebrarán las legislativ­as en Francia para saber qué apoyos tiene Macron en la Asamblea Nacional. El Bundestag se elegirá el 24 de septiembre en Alemania y sabremos quién será el próximo canciller.

En España la corrupción ha subido a cotas insospecha­das, hay cientos de casos en los tribunales, alguien cumple penas de cárcel y los hay también que evitan entrar en prisión devolviend­o todo o parte del dinero que han defraudado como consecuenc­ia de pactos de última hora con la Fiscalía. Las democracia­s no son ni perfectas ni ejemplares. Pero si la libertad actúa a campo abierto, tiene todos los elementos para corregir los abusos y echar o castigar a sus responsabl­es.

Escuchaba el otro día a una alta personalid­ad institucio­nal asegurando que en una Catalunya independie­nte no habría corrupción. Qué ignorancia tan grande sobre la condición humana de todos los tiempos y en todas partes. Otra cosa sería prometer que se perseguirí­a la corrupción y se exigirían responsabi­lidades ante los tribunales.

Pero aquí nos faltan los calendario­s y los mapas. Se han secuestrad­o los hechos, las leyes y las intencione­s. La CUP sostiene al Govern y es la que exige que en septiembre, o antes, se celebre el referéndum. La antigua Convergènc­ia se pliega a las exigencias de los cuperos y promete lo que le piden aunque luego se resiste a ponerlo en práctica. Oriol Junqueras habla en voz baja de las urnas para el referéndum y la portavoz Neus Munté afirma que ya se dirá más adelante quién firma el pedido de la compra de urnas. Como sociedad adulta merecemos más explicacio­nes. Nadie es el dueño de nada.

La ley de la transitori­edad jurídica la conocen muy pocas personas. Ni siquiera los grupos de la oposición han tenido el privilegio de echarle un vistazo. Esto no es serio. Pero, sobre todo, no está dentro del marco de los usos democrátic­os de cualquier país europeo. La comisión sobre el juez Vidal se ventiló en una primera sesión imponiendo el veto a todas las comparecen­cias. Con este talante y estas formas no se puede llegar muy lejos.

Es cierto que Rajoy se ha instalado en el quietismo pensando que el conflicto se va a resolver a golpe de leyes y tribunales. Ninguna de las dos partes facilitan una salida política. En Madrid porque se consideran más fuertes y aquí porque se piensa ganar con la astucia. Mientras tanto, han transcurri­do cinco años con un solo tema en el debate político. Y no sabemos dónde estamos. ¿Lo sabe Puigdemont? Junqueras, posiblemen­te, tiene una cierta idea. O no.

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