El veto a los perros divide a los vecinos del Turó Park
El Ayuntamiento prohibirá la entrada de mascotas a finales de año, una vez recupere la vegetación esta zona verde venida a menos
El inminente veto a los perros en el Turó Park ya divide a los vecinos del barrio. “Yo siempre vengo con mis nietos y el perro; entonces, ¿ya no podré venir al Turó Park? Si no nos dejan pasear el perro, ¿quién vendrá al parque? quedará desierto, tristísimo... es precisamente la gente que pasea a los perros la que le da vida ”. “No, no, no... en cuanto no hay perros la pradera se llena de niños jugando, y en cuanto se llena de perros los niños se tienen que marchar porque los perros lo llenan todo de caca y muerden las pelotas”. En verdad, dejar el perro suelto no está permitido, pero en ocasiones las costumbres sobrepasan a las normas. “¿Y la gente que viene a comer? ¿y los indigentes que vienen a dormir? ¿y la gente que usa los árboles para hacer gimnasia? ¿y los que hacen botellón y luego lo dejan todo perdido? Los perros no son los únicos responsables del estado del parque”. La renovación del césped de esta pradera de 3.200 m2 muy venida a menos, donde a diario corretean decenas de perros, es uno de los aspectos más destacados de la próxima reforma del Turó Park.
El concejal del distrito de Sarrià-Sant Gervasí, el socialista Daniel Mòdol, anunció ayer que las muy esperadas obras de rehabilitación de los jardines dedicados al poeta Eduard Marquina arrancarán en septiembre. Primero se sellarán las fugas del estanque y se mejorará su drenaje, después se rehabilitarán los caminos que se enfangan cada dos por tres, luego se renovarán los columpios... y cuando ya se estén podando los árboles y se haya replantado la yerba y los arbustos, quedará del todo vetada la entra- da de los perros. Todas estos trabajos se prolongarán unos siete meses. Entre tanto, a muy pocos metros, entre las calles Ganduxer i Bori Fontestà, en los jardines de Piscines i Esports, se habilitará un espacio de más de 1.000 m2 para el esparcimiento canino. Estará listo un par de meses después de la inauguración del nuevo Turó Park. El Ayuntamiento procurará que este paréntesis sea lo más breve posible.
Daniel Mòdol, y también el comisionado de Ecología Frederic Ximeno, tras su rueda de prensa en el mismo parque, se vieron obligados a explicar una y otra vez a numerosos vecinos que una inversión de más de 800.000 euros en buena parte destinada a recuperar una maltrecha vegetación no puede desperdiciarse permitiendo que los perros campen a sus anchas. Lo que viene ocurriendo en el Turó Park desde hace muchos años es una excepción. La entrada de mascotas a los parques históricos de Barcelona, como el Laberint d’Horta, está prohibida. Además, cuando se termine de habilitar la nueva zona de esparcimiento canino de los jardines de Piscines i Esports y de otros nueve recintos similares en el resto de distritos, el Ayuntamiento está resuelto a no permitir que ningún perro se pasee sin correa por ningún parque de la urbe. El Consistorio quiere acabar con la permisividad que aún abunda en algunas zonas verdes.
“El problema del Turó Park es que padece un uso demasiado intensivo –terció Bartolomé Criado, presidente de la asociación de vecinos y comerciantes–. Cuando se abrió en los años treinta apenas había edificaciones en sus alrededores, y ahora es uno de los principales equipamientos del barrio. Uno de los problemas del sur de este distrito es la falta de espacios de encuentro ciudadano. Si se acabara con esta falta de equipamientos, el parque se oxigenaría mucho más”. En verdad el Turó Park concentra la mayor parte de la vida vecinal de la zona. Históricamente las entidades denuncian la falta de casals, de centros cívicos, incluso de oficinas de correos.