Mil y una finales
El Juventus confía en Alves, experto en levantar copas, para cambiar su suerte
Aseguir soñando, Gigi, y a darlo todo para traer a casa este sueño”. Para celebrar el billete a Cardiff, Dani Alves colgó ayer una fotografía en Instagram en la que Buffon, el capitán y emblema de la Juve, le abrazaba y le daba un beso en la cabeza. El sueño del mensaje es, evidentemente, la Champions. Y es que, a los 39 años, el portero busca su primera Copa de Europa. El veterano Buffon sabe a qué árbol arrimarse para tener buena sombra y, dicho de otra forma, para que le cambie la suerte en el torneo. Nada como tener cerca, a tu lado, a un ganador nato como el lateral brasileño, pues es el rey de las finales.
Rey en Brasil y hablando de fútbol sólo hay uno: Edson Arantes do Nascimento. Pero el exblaugrana puede presumir, y presume, de haber ganado más títulos que el propio Pelé. Pese a que sus posiciones, su juego y el impacto no tienen nada que ver, los números le dan la razón. El hombre de los 1.000 goles se adjudicó 29 trofeos: 25 con el Santos, uno con el Cosmos y los tres primeros Mundiales de Brasil. Alves, con 34 años, ya va por los 32 títulos, la mitad de ellos (16) en competiciones internacionales. Casi nada. Eso sin haber estrenado de momento su palmarés con el Juventus, con el que este domingo puede proclamarse campeón de la Serie A y aspira a otro triplete, como los dos que consiguió en el Camp Nou (2009 y 2015) ya que está clasificado para la final de la Coppa de Italia frente al Lazio, además de la Cardiff.
Estos días en Turín –donde el amante del exceso se ha buscado una casa con piscina en el techo–, el de Juazeiro será el hombre más buscado ya que tiene más Champions que todo el vestuario del Juventus junto. De hecho, en la plantilla de Allegri sólo hay otros dos jugadores que sepan lo que es levantar la orejuda. Mandzukic lo hizo con el Bayern y Khedira lo logró con el Madrid. Alves solito tiene tres, todas con el Barça. Y el 3 de junio, de bianconero, opta a la cuarta.
Alves lleva tatuada en el cuello una llave. Le viene como anillo al dedo porque parece que no haya puerta que no pueda abrir ni reto que se le resista desde que empezó hace ya casi 14 años. Fue en el Mundial sub-20 de 2003 cuando con Brasil –también estaban Adriano y Fernandinho– ganó a una España en la que jugaban Iniesta, Sergio García, Gabi o Juanfran. ¿Les suenan, verdad?
Desde entonces Alves se ha plantado en 18 finales internacionales y sólo ha perdido una. Con el Barça en ocho temporadas se las llevó todas, sin mácula: tres Champions (en Roma no pudo jugar por sanción), tres Supercopas de Europa y tres Mundiales de clubs. Con la canarinha ha ganado dos Confederaciones (2009 y 2013) y una Copa América (2007). Y con el Sevilla además de las dos primeras UEFAS –la del 2007 contra el Espanyol–, bajó de las nubes al Barça de Ronaldinho, Deco y Eto’o en la Supercopa de Mónaco (0-3) en lo que fue el principio de la autocomplacencia.
De hecho, la única en que no pudo ganar debería llevar un asterisco enorme. El Milan pasó por encima del Sevilla en la Supercopa europea de 2007 en un partido que se jugó apenas tres días después de la muerte de Antonio Puerta, con todos sus compañeros compungidos a los que se obligó a jugar.
Alves es auténtico. Dentro del campo se come la pelota. Fuera no se muerde la lengua. Pero, enfadado con la directiva de Bartomeu, introdujo en su contrato una cláusula escapatoria y este verano se fue gratis al Juventus dejando mal a los que no le valoraron y verán, y le animarán, en la final desde casa por la tele. Mientras en Barcelona crece el danialvismo, él sólo piensa en clave Juve. “No hemos hecho nada aún. La final está bien, pero ahora hay que ganarla”.
UN ASTERISCO ENORME La final que no ganó, la Supercopa del 2007, se jugó tres días después de la muerte de Antonio Puerta