La Vanguardia

Un malentendi­do mortal

Italia y Malta retrasaron un rescate y hubo 268 muertos, de ellos 60 niños

- EUSEBIO VAL Roma. Correspons­al

Un conflicto jurisdicci­onal entre las autoridade­s marítimas italiana y maltesa provocó en el 2013 la muerte de 268 personas, inmigrante­s que atestaban un barco que en aquel momento se iba a pique y requería un auxilio que llegó tarde.

El semanario L’Espresso ha hecho públicas unas grabacione­s escalofria­ntes, del 11 de octubre del 2013, sobre cómo las autoridade­s italianas y maltesas, enzarzadas en un absurdo conflicto de jurisdicci­ón, retrasaron varias horas el rescate de un barco atestado de refugiados sirios que se estaba hundiendo. En aquel episodio perdieron la vida 268 personas, entre ellas 60 niños.

El documento es muy impactante porque, ante las varias llamadas telefónica­s desesperad­as de uno de los pasajeros, que se identificó como médico y solicitaba ayuda urgente, los interlocut­ores italianos respondían con evasivas y un lenguaje burocrátic­o impropio de la situación. En la central de la Guardia Costera italiana parecían no entender –o no querer comprender– la gravedad de lo que ocurría. Sus respuestas semejaban, por frías y rutinarias, las que da el servicio de asistencia de cualquier compañía ante un problema doméstico. Estaban, en cambio, ante unas circunstan­cias de vida o muerte.

La primera llamada realizada desde el barco de los refugiados se efectuó a las 12.39 de la mañana. Después de dar la posición exacta y el número de pasajeros, el médico sirio, Mohamed Jammo, imploró: “¡Está entrando agua! ¡Por favor, dense prisa, por favor, dense prisa, por favor!”.

El siguiente diálogo iniciado por la guardacost­as italiana fue de un surrealism­o trágico. –¿Se mueven o están parados? –Nos movemos con las olas. ¡Se lo juro, es una verdadera emergencia! ¡Por favor, soy médico, por favor! –¿Cuál es el problema a bordo? –¡El barco se hunde, se lo juro! ¡Hay aproximada­mente medio metro de agua en el fondo!

A las 13.17, Jammo, muy nervioso, volvía a llamar. Esta vez contestó un hombre.

–¿Hola, ya han enviado a alguien hacia nosotros? Somos los sirios, unos 300.

–Sí, ya le di el número de las autoridade­s de Malta porque están cerca de Malta. ¡Están cerca de Malta! ¿Me comprende? –¿Estamos cerca de Malta? –Sí, señor. A las 13.48, Jammo telefoneó de nuevo. Dijo que había hablado con los malteses, pero estos le dijeron que el barco se hallaba más próximo a Lampedusa, la isla italiana. Esta vez la mujer guardacost­as le insistió que no, que Malta.

“¡Estamos muriendo, por favor. –imploró el médico sirio–. Estamos muriendo. 300 personas! ¡No nos abandonen! ¡Se nos acaba el crédito (del teléfono)! ¿Me entiende?

El rescate acabó realizándo­se pasadas las cinco de la tarde, por la patrullera Libra, de la Armada italiana. Ya fue demasiado tarde. El barco había volcado y más de la mitad de sus ocupantes murieron ahogados. Viajaban al menos 480 personas, pero Jammo –que perdió a dos hijos, aunque se salvaron él, su mujer y otra hija– no sabía que había más gente hacinada en la bodega.

Poco después de estos hechos –y de otro gran naufragio en Lampedusa–, Italia inicio la gran operación Mare Nostrum, que salvó a más de 170.000 personas.

La revelación de L’Espresso agita el actual debate en curso en Italia sobre el papel de las oenegés que salvan a migrantes en el mar. Algunos fiscales las acusan de connivenci­a con los traficante­s.

“¡Estamos muriendo, por favor, no nos abandonen! ¡Se acaba el crédito!”, imploraba el médico sirio

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MARINA ITALIANA / AP Un grupo de migrantes tratando de salvarse en un naufragio ante las costas libias hace un año

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