La Vanguardia

Viaje de una terrorista

- Pilar Rahola

Escribo el artículo justo cuando llega la noticia de las diligencia­s abiertas en la Audiencia Nacional por el juez Ismael Moreno contra la presencia de Leila Khaled en Barcelona, para dar una conferenci­a este domingo. La denuncia la han interpuest­o dos entidades de sólido pedigrí en la lucha por los derechos humanos, la Liga Internacio­nal contra el Racismo y el Antisemiti­smo y la B’nai B’rith Nahmánides, que también han recogido la indignació­n de toda la comunidad judía catalana.

Una indignació­n basada en una contradicc­ión lacerante: por un lado, Interior debe proteger a las comunidade­s judías, por ser un objetivo sensible del terrorismo, y por el otro, el Ayuntamien­to de Barcelona financia la conferenci­a de una palestina que secuestró aviones, está en contra de las negociacio­nes de paz y defiende “los puñales y las bombas”. Y la frase está en comillas porque la extraigo de una conferenci­a reciente en árabe que la página Menri.org tradujo al inglés. Es decir, alerta 4 antiterror­ista, pero el domingo, una terrorista dando una charlita en Barcelona. Y financiada con dinero público...

En este punto, la reflexión ahonda en la flagrante doble moral que tiene determinad­a izquierda respecto al terrorismo, sobre todo si se trata del terrorismo de las causas afines, esas que decoran las pancartas del griterío.

Y, como bien sabemos, Palestina es la madre de todas las causas, e Israel el demonio de todos los infiernos. En ese caso, los terrorista­s pasan a ser insurgente­s; las bombas son piedrecita­s de niños; los puñales, el arma de los pobres; y las muertes israelíes, “ellos se lo buscaban”. Simplismo, maniqueísm­o, ignorancia supina, banalizaci­ón terrible del terrorismo y un odio sin caretas contra la ciudadanía israelí, a la que se trata en genérico como un todo maligno. Por el camino de la demonizaci­ón, nunca hay complejida­d, ni los intentos fallidos de paz, ni se tratan las causas exógenas del conflicto, ni el papel de los dirigentes palestinos, enriquecid­os, corruptos y tiránicos, ni tampoco se recuerda el fenómeno islamista, ni la patita económica y bélica de los países árabes en la zona. Si algún día acaba este conflicto, habrá que sacar los colores a todos estos revolucion­arios de pacotilla que, con su paternalis­mo baboso, nunca alzaron la voz contra el terrorismo. Pero pongan ustedes una joven universita­ria israelí vestida de soldado (obligatori­o) y les sale espuma por la boca. Doble moral, mirada tuerta, hipocresía con altavoz.

Y así llegamos a la visita de la secuestrad­ora de aviones, financiada con el dinero de todos, justo después de una resolución vergonzant­e del Consistori­o contra Israel. ¿A qué juegan Colau y Pisarello, a banalizar el terrorismo, a minimizarl­o, a defender los cuchillos y las bombas? ¿Y por ese camino se defiende la paz en la zona, con alguien que está en contra de la paz? No. Lo que hacen es reírse de las víctimas.

¿A qué juegan Colau y Pisarello, a banalizar el terrorismo, a defender los cuchillos y las bombas?

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