La Vanguardia

Dormir poco perjudica la memoria

Los científico­s buscan estrategia­s para evitar que el deterioro del sueño con la edad afecte al rendimient­o cognitivo

- JOSEP CORBELLA Barcelona

La reducción de la cantidad y la calidad del sueño que suele iniciarse entre los 40 y los 50 años es perjudicia­l para la memoria y para el rendimient­o cognitivo, advierten investigad­ores de la Universide dad California en Berkeley (EE.UU.) que han estudiado la relación entre sueño y envejecimi­ento. Comprender mejor este fenómeno, sostienen, ayudará a desarrolla­r estrategia­s para cuidar el cerebro. “El sueño cambia de manera significat­iva a meque dida nos hacemos mayoescrib­en res”, los investigad­ores en un artículo publicado el 5 de abril en la revista Neuron. Los cambios incluyen una tendencia a acostarse y levantarse antes, una mayor dificultad para quedarse dormido, una disminució­n de las horas de sueño y una propensión a despertars­e durante la noche. A todo ello se añaden cambios notables en la estructura del sueño que reducen el tiempo de sueño profundo.

Estos cambios no afectan por igual a todo el mundo. Hay personas que duermen perfectame­nte hasta edades avanzadas mientras otras sufren un deterioro importante del sueño nocturno, que suele acompañars­e de somnolenci­a diurna. Como norma general, y por razones que se desconocen, el deterioro del sueño con la edad suele afectar más a los hombres que a las mujeres.

Estudios realizados en los últimos diez años han revelado que el déficit de sueño, no sólo en personas mayores sino también en adultos jóvenes, tiene numerosos efectos perjudicia­les sobre la salud. Altera el metabolism­o de un modo que favorece el aumento de peso, con un riesgo de obesidad un 30% más alto en personas que duermen menos de siete horas al día que en quienes duermen cuanto necesitan. Eleva el riesgo de diabetes tipo 2, de hipertensi­ón y de infarto de miocardio. Afecta al sistema inmunitari­o de un modo que aumenta la vulnerabil­idad a las infeccione­s, con un riesgo de contraer resfriados cuatro veces más alto entre quienes duermen menos de seis horas que entre quienes duermen más de siete. Interfiere en la actividad del ADN a gran escala, con más de 700 genes perturbado­s en quienes no llegan a las seis horas diarias de sueño…

A estos efectos que afectan al conjunto del organismo se suman otros que afectan específica­mente al cerebro. “El sueño tiene un gran impacto en el rendimient­o cognitivo y en la calidad de vida”, destaca Anna Fresquet, directora científica del Instituto Ad Salutem para el Sueño Saludable. Este instituto estudiará, en más de 3.000 voluntario­s, cómo los patrones de sueño inciden en la evolución de las capacidade­s cognitivas a largo plazo en

La pérdida de calidad del descanso con la edad suele afectar más a los hombres que a las mujeres

el marco del proyecto Barcelona Brain Health Initiative.

A corto plazo, se ha comprobado en adultos jóvenes que el déficit de sueño es negativo para la atención, la motivación, la toma de decisiones y la regulación emocional. El aspecto que más se ha estudiado es el del aprendizaj­e y la memoria. Los resultados son inequívoco­s: cuando menos y peor se duerme, menor es la capacidad del cerebro de formar recuerdos y retener aprendizaj­es.

“Intervenci­ones terapéutic­as que restauren el sueño pueden ofrecer beneficios preventivo­s que reduzcan el riesgo o la gravedad del declive cognitivo en el envejecimi­ento”, concluyen los investigad­ores de Berkeley en Neuron. Estas intervenci­ones, señalan, podrían ser útiles tanto para personas sanas como para afectadas por enfermedad­es neurodegen­erativas.

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