El futuro incierto del restaurante Mas Oller
No está en los planes de los dueños del Mas Oller reabrir próximamente las puertas de su restaurante. El establecimiento tiene más de medio siglo de vida, y hace 22 años sus propietarios lo cedieron a una de sus hijas, que tomó las riendas del local con su marido, Jaume Matas. Del matrimonio fue el proyecto de instalar una gran carpa que funcionaba como un bar de copas al aire libre para todo tipo de celebraciones familiares. También a ellos se les ocurrió la idea de instalar en la explanada superior del enorme recinto del restaurante una atracción hinchable para que los críos jugaran mientras sus padres comían. Primero tuvieron una ballena y después, hace un mes y medio, un castillo de unos cinco metros de altura. La atracción se inflaba por la mañana y se desinflaba por la noche. Funcionaba los fines de semana, cuando más familias acudían al restaurante. Eran los propios trabajadores del establecimiento los que montaban y desmontaban el castillo. No era difícil. Se amarraba el hinchable al suelo y se ponía en marcha el ventilador que lo inflaba de aire. El alcalde de Caldes de Malavella, Salvador Balliu, contó anoche que todos los establecimientos del municipio que tenían hinchables los han desmontado. Balliu espera que la tragedia del Mas Oller sirva para aprobar una nueva legislación que aclare las confusas normativas que ahora mismo tutelan este sector.