La Vanguardia

Noticias falsas

- Albert Montagut

Desde siempre se han publicado noticias falsas. Desde siempre. La diferencia es que con internet ahora se han sistematiz­ado.

Las noticias falsas sólo tienen dos orígenes: un error del periodista, que con posteriori­dad puede y debe reconocers­e, o como fruto de la malicia, la peor de las armas que puede utilizar un informador.

Los malvados de la informació­n han tardado años en apercibirs­e del daño que podían causar si se dedicaban sistemátic­amente a escribir falsedades sobre sus adversario­s. Esa sistematiz­ación de la maldad nos ha llevado a las fake news.

Pocas veces se ha explicado tan bien en qué consiste una cadena de fake news como en la última temporada de la serie

Homeland. Un malvado director de la CIA y un informador corrupto crean una redacción secreta en las afueras de Washington DC con un par de centenares de expertos web. Se trata de una factoría de fake news para destrozar políticame­nte a la presidenta electa.

Esa redacción del mal se dedica a fabricar rumores, noticias falsas, manipular vídeos, y con millones de cuentas anónimas de Twitter y valiéndose de YouTube y Facebook se dedican a calumniar impunement­e a la víctima.

Fue chocante la escasa polémica que levantó la noticia de que el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, reconocier­a que había pagado a un informador 300.000 euros para que este colgara en internet noticias que tenían como objetivo presionar a entrenador­es de su propio equipo y también a los árbitros. Quizá no hubo polémica porque todas las noticias eran veraces…

Las fake news son un cáncer social y luchar contra ellas es difícil. En un momento en que las pantallas acaparan la atención constante de miles de millones de personas, hay que luchar sobre todo para que estas no permanezca­n eternament­e colgadas en la red para regocijo de los maliciosos.

Prohibir tuits anónimos parece ser una vía rápida para evitar linchamien­tos, otra vía sería que Google eliminara las noticias maliciosas después de analizar las denuncias y no sólo teniendo en cuenta la autorizaci­ón del pecador para que una fake new sea descolgada. Las redes sociales son redes humanas y en ellas se vuelcan todas nuestras miserias. Hay que regularlas como se ha hecho siempre en el mundo de la prensa. Escuchando las partes y tomando decisiones judiciales. Pero eso hoy en día parece imposible.

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