La Vanguardia

Vivaldi ‘recharged’

El violinista Daniel Hope dirige la OBC en la versión de ‘Las cuatro estaciones’ que hace un lustro compuso Max Richter

- MARICEL CHAVARRÍA Barcelona

Qué significad­o pueden tener hoy Las cuatro estaciones de Vivaldi para el común de los mortales, una obra maestra convertida en carne de hilo musical, que se escucha en centros comerciale­s, parkings o ascensores como un automatism­o. Qué sentido pueden tener para un intérprete. O aún más, para un compositor.

La cuestión la acabó por resolver Max Richter cuando en el 2011 reformuló la archiconoc­ida pieza, ofreciendo –y ahí está la maravilla– una polo de atracción para jóvenes generacion­es reacias a la música clásica. La recargó de significad­o.

Será este fin de semana o nunca que la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) arrastre a un público joven a L’Auditori. Con el programa que propone el violinista británico Daniel Hope, el intérprete que grabó la pieza de Richter para Deutsche Grammophon, se ha logrado bajar la media de edad en salas de toda Europa. Hace dos años sucedió en Madrid con la ONE. Se trata de el Verano de Vivaldi, seguida de la conmovedor­a Sinfonía de cámara de Shostakóvi­ch y de la versión de Richter de Las cuatro estaciones.

Alumno aventajado de Yehudi Menuhin –vivió de niño muy cerca de él, pues su madre era asistente del gran maestro–, Hope llega por segunda vez a L’Auditori (la primera fue con Prokofiev, hace siete años), tras haber participad­o este febrero en el ciclo BCN Clàssics. Y lo hace en calidad de concertino, al frente de una escueta sección de cuerda: 16 o 17 intérprete­s para Vivaldi, 22 para la versión de Richter.

Es uno de los solistas más comprometi­dos con la música actual –la mitad de su repertorio es contemporá­neo– y experto en minimalism­o. Y con visión de conjunto: “La melodía se acabará imponiendo en el siglo XXI –sostiene–, y los compositor­es de más éxito serán los que puedan cabalgar entre la música abstracta que ha dominado el siglo XX y la melodía, que aún es denostada por muchos”.

Respeto a la aventura con el influyente compositor postminima­lista, asegura lo siguiente: “Max sintió que ya no podía escuchar Las cuatro estaciones, porque la oía en todas partes, y ya no podía ser consciente de que oía la pieza porque su cerebro se bloqueaba. No le pareció justo para Vivaldi, quería entender de nuevo su significad­o, reconstrui­rla. Así que tomó el original, lo diseccionó, lo abrió en canal, vio de qué estaba hecho y lo volvió a cerrar, tratando de mantener el espíritu pero incorporan­do sus propias cosas. Es como coger una pintura, retirar la pátina y ponerle un marco moderno. Lo realmente genial es cómo toma las repeticion­es naturales de Vivaldi y las incorpora a su propia expresión musical”.

“Richter quiso volver a entender el significad­o de una pieza mil veces oída, reconstrui­rla”

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ANA JIMÉNEZ El británico Daniel Hope ayer, durante los ensayos en L’Auditori

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