La Vanguardia

Lobotomía global

- Sergi Pàmies

Leo El filtro burbuja de Eli Pariser (editorial Taurus) y, para digerirlo, tengo que meterme en la cama durante dos días. Pariser, que se define como activista liberal, ha escrito un libro muy documentad­o sobre la personaliz­ación de los datos en internet. Sus reflexione­s describen un mundo infernal en el que las grandes corporacio­nes digitales trafican con nuestra intimidad y nos reducen a potencial materia prima de un infinito mercado de datos. Nuestra relación con internet ya no es de ilusión democratiz­adora sino de súbditos de un imperio totalitari­o que, en función de nuestra navegación, nos ofrece contextos adaptados a nuestras posibilida­des de consumo. La clave que abre esta cerradura es el algoritmo entendido como una fórmula maléfica que, a medida que transforma en moneda la comunicaci­ón gratuita, limita el conocimien­to, castra la curiosidad y raciona las posibilida­des del azar. Todo, por supuesto, en nombre de facilitarn­os la selección natural de nuestras inclinacio­nes.

La bovina docilidad con la que aceptamos este control es proporcion­al al bienestar y al aislamient­o cool que proyectamo­s hacia estímulos digitales que nos perjudican y nos anclan en la categoría de obesos intelectua­les o emocionale­s. Sea en nombre de la informació­n o la libertad de relaciones, nos entusiasma­mos con una capacidad de movimiento­s que no es inocente y que, en el caso de la informació­n, trabaja para que desaparezc­a el intermedia­rio del periodismo. Resultado: datos compulsivo­s y guetos digitales aparenteme­nte comunicado­s pero que se evitan con una reactivida­d robótica. La lectura del libro, que incluye conceptos tan escalofria­ntes como “lobotomía global”, perturba. Pero Pariser aún tiene esperanzas de cambiar la situación. Su intención es hacer pedagogía inteligent­e de un conocimien­to crítico, que, en mi caso, me ha obligado a guardar cama durante dos días. Después, me he levantado para estudiar mi correo no deseado y extraer alguna conclusión sobre la personaliz­ación digital y sobre cómo las grandes corporacio­nes acaban sabiendo cómo somos.

Constato que mi papelera digital acumula una porquería aleatoria parecida a la basura cósmica que describían los primeros libros de David Cirici. Con rictus de fiscal, tomo nota del enunciado de los asuntos de los mails. Empresas de seguros me prometen una vida mejor, ortopedias anuncian un arma contra los juanetes, me instan a pedir préstamos y, al mismo tiempo, a ahorrar, a cuidar a mi familia y a comprar pisos, a ser mi guardián espiritual y a perder la barriga en tres días, a viajar con billetes gratuitos, a olvidarme del vello y a atreverme a ser feliz, a controlar la factura del gas y a compartir los “días happy” de Citroën. Eso por no hablar de las ofertas de restaurant­es, la tabarra del turismo de Irlanda y los cebos de plataforma­s de aparejamie­nto de personas en celo. Si lo que explica Pariser es verdad, la idea algorítmic­a que los manipulado­res lobotomiza­dores de internet tienen de mí es una auténtica mierda.

La intención del libro de Pariser es hacer pedagogía inteligent­e de un conocimien­to crítico

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