La Vanguardia

Tres historias de amor desafían los estragos de la guerra en ‘Bajo el sol’

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Tres hombres y tres mujeres jóvenes viven sendas historias de amor en una misma zona fronteriza de la ex Yugoslavia, con diez años de diferencia entre sí: la primera en 1991, al estallar la guerra; en el 2001 la segunda, con las heridas supurando todavía, y la tercera en el 2011, cuando la contienda armada parece lejano pero las cicatrices no han cerrado del todo. Cada vez, el chico es croata y la chica es de familia serbia, aunque eso no se sabe –ni tiene que saberse– hasta el final del último capítulo. Y cada vez, aunque de modos muy diversos, la pasión desafía al horror y de alguna forma se impone a él. Es Bajo el sol, la aplaudida película del croata Dalibor Matanic que hoy se estrena en España.

Tihana Lazovic y Goran Markovic son los actores que interpreta­n a las tres parejas (Jelena e Ivan, Natasha y Ante, Marija y Luka). Ambos brillan y conmueven, no sin ayuda de unas imágenes tan naturales como poderosas y de unos secundario­s eficaces en todo momento. Con ritmos muy variables, las tres historias atrapan.

Matanic utiliza esos tres momentos tan distantes para mostrar otros tantos estadios de la guerra en su terrible tránsito por las almas de sus víctimas. Primero el conflicto “llega desde fuera hacia el interior de las personas de manera física y palpable”, explica en entrevista con

La Vanguardia. Diez años después. las heridas están aún tan recientes que “obstaculiz­an el amor” entre los personajes. Y a los veinte años –más de 15 después de haber terminado la pelea entre serbios y croatas–, la guerra es tan sólo un eco, pero aún sigue “dividiendo”.

“No sé qué horror es peor, el de la guerra o el de la posguerra”, afirma hoy Matanic. Porque incluso 22 años después del fin de las hostilidad­es, no sólo podemos “sentir aún las consecuenc­ias” del enfrentami­ento, sino que vemos cómoeéste “puede repetirse”. Y no ya porque dirigentes como Trump, Merkel o Putin así lo hayan indicado en diferentes momentos –señala–, sino porque “odiar está de moda”.

Está demostrado además que “la historia juega con la gente” en su empeño por reproducir­se a sí misma, opina. Y es “casi matemático” que, si no se hace nada para combatir la intoleranc­ia, cualquier día tendremos que ver “una cuarta parte de esta película” en la que la guerra “salga de nuevo hacia fuera”.

El conflicto en los Balcanes puede incluso repetirse –cree Dalibor Matanic–, pues “el odio está de moda”

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