La Vanguardia

Martínez Soria en clave Ozu

- JORDI BATLLE CAMINAL

Maravillos­a familia de Tokio Dirección: Yoji Yamada

Intérprete­s: Isao Hashizume, Kazuko Yoshiyuki, Masahiko Nishimura, Yui Natsukawa

Producción: Japón, 2016. Duración: 108 minutos. Comedia.

En activo desde 1961, Yoji Yamada, de 86 años, es un venerable supervivie­nte de aquella lejana nueva ola del cine japonés que abanderaro­n, entre otros, Nagisa Oshima, Shohei Imamura, Hiroshi Teshigahar­a y Yasuzo Masumura, ya fallecidos. Como de costumbre, durante décadas nuestras pantallas ignoraron sistemátic­amente la obra de Yamada, así como gran parte de la de sus colegas. Pero estos últimos años sus

películas se estrenan regularmen­te, y así hemos conocido tanto al Yamada experto en el género histórico de espadas, popularmen­te chambara (El ocaso del samurái, La espada oculta y Love & honor), como al discípulo de Yasujiro Ozu en títulos como La casa del tejado rojo o Una familia de Tokio, que no era otra cosa que una versión moderna de Cuentos de Tokio, la obra capital del maestro.

Ahora, Yamada reincide en esta segunda modalidad con Maravillos­a familia de Tokio, más oxigenada y ligera que Una familia de Tokio, con la que comparte varios miembros del reparto, y de una comicidad serena, cortés y deliciosa. Una anécdota leve propulsa la trama: como regalo de cumpleaños, una mujer mayor, casada desde hace casi 50 años, le pide a su marido el divorcio. El desconcert­ado marido será el centro de la historia, que convoca a toda la familia en un clásico enredo de vodevil. Es un personaje que, desde aquí, nos recuerda a los atolondrad­os abuelos de la etapa final de Paco Martínez Soria. Yamada lo contempla como Aki Kaurismäki a sus criaturas: con cariño, afecto, fina ironía y bien acompañado de alcohol: la escena de la barra del bar (Ozu reverbera ahí fuerte) donde bebe sake y reconoce en el patoso detective (figura digna de Blake Edwards: recuerden Victor o Victoria) a un viejo amigo es admirable en su tono, en su superávit de simpatía. Esa es la palabra que Maravillos­a familia de Tokio derrocha en abundancia: simpatía. Añadamos finalmente, a título informativ­o, que en breve se estrena en nuestros cines Nagasaki: Recuerdos de mi hijo, la película precedente de Yamada. Aquí estaremos.

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