La Vanguardia

Decíamos ayer

- Josep Oliver Alonso

La semana pasada discutíamo­s acerca de las ventajas de la extraordin­aria política expansiva de Draghi, con sus masivas compras de deuda pública y tipos de interés en registros insólitame­nte reducidos. Hoy quisiera traerles a colación un aspecto adicional, vinculado al conflicto entre Alemania y el BCE. Hace pocos días, en el encuentro de primavera del FMI y el Banco Mundial en Washington, Wolfgang Schäuble publicó un artículo en The Wall Street Journal acerca de la necesidad de crecimient­o inclusivo. Condición necesaria para ello: aumentar la resistenci­a y la capacidad de adaptación de nuestras economías. Y, entre los requisitos para conseguir estos objetivos, citaba dos, de particular importanci­a para nosotros.

Primero, que es imprescind­ible el desapalanc­amiento de los excesos de deuda. Segundo, que la política monetaria (léase, la de Draghi) debía cambiar su rumbo, y abandonar la expansión monetaria actual. En su opinión, “(...) la normalizac­ión monetaria no debería retardarse excesivame­nte” porque se había utilizado en demasía para sostener los excesos de deuda y, con ello, ha contribuid­o a reducir la presión para las adecuadas reformas estructura­les. Justamente, las que deberían potenciar aquel crecimient­o más inclusivo.

¿Qué interés tiene ese debate para nosotros? Mucho. Y, como mínimo, retengan los tres siguientes aspectos. Primero, porque esta presión sobre Draghi anticipa que su margen de maniobra se está reduciendo. Y que, quizás, su deseo de prolongar la etapa de muy bajos tipos hasta el 2019 o más allá deba finalizar antes de lo que él quisiera. De hecho, el Gobierno en su Actualizac­ión del Programa de Estabilida­d 2017-2020 ya incorpora que los tipos de la deuda a 10 años deberían aumentar del 1,6% actual al 2,8% en 2020. Segundo, porque Schäuble tiene razón cuando señala que la resistenci­a financiera sólo es tal cuando el endeudamie­nto está bajo control y en niveles manejables. Finalmente, porque también acierta al afirmar que la política monetaria nos ha descargado de la presión del desendeuda­miento y que, probableme­nte, nos hemos dormido un tanto en esta bonanza.

Estas tres reflexione­s del ministro alemán parecen destinadas a nosotros. Porque nos avisa de que los tipos de interés no pueden permanecer tan bajos mucho más tiempo. Porque nos señala que, con unos niveles de deuda del sector privado no financiero y del público superiores hoy a los de 2007, no tenemos la resistenci­a deseable. Y más si a ello se añade la deuda exterior. Finalmente, porque aquella menor presión de los bajos tipos de interés la hemos utilizado mal: para muestra el botón de las reduccione­s fiscales de 2015 y 2016 de Rajoy, estrictame­nte destinadas a ganar elecciones. Lo deseable, entonces y ahora, hubiera sido aprovechar el ciclo de bajos tipos de interés para reducir el déficit público. Lo dicho: persiste la bonanza, pero no se la crean en demasía.

La presión alemana sobre Draghi muestra que su margen de maniobra va a la baja

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