Confirmados los 16 años de cárcel para el capitán del ‘Costa Concordia’
La justicia italiana cerró ayer un capítulo ignominioso de la crónica mundial de los desastres provocados por el hombre. El Tribunal Supremo confirmó la condena a 16 años de cárcel para Francesco Schettino, capitán del Costa Concordia, el barco de crucero que encalló y quedó semihundido, tras una temeraria maniobra, la noche del 13 de enero del 2012 junto a la isla toscana del Giglio.
Schettino, personaje arrogante y provocador, pese a la tragedia que causó, se hallaba anoche delante de la cárcel romana de Rebibbia a la espera de llamar a la puerta para entregarse. No quiso ahorrarse ni este
show final, mientras sus abogados defensores, tras analizar los argumentos de la sentencia, estudiarán recurrirla ante la justicia europea.
A Schettino se lo ha condenado por su responsabilidad en la muerte de 32 personas –entre ellas el español Guillermo Gual– y decenas de heridos. No sólo ordenó una incomprensible, por imprudente, maniobra de aproximación a la isla, que causó el choque con un escollo, sino que, después del accidente, fue de los primeros en abandonar la nave, sin prestar el obligado socorro a los más de 4.200 pasajeros y tripulantes. Su conducta fue motivo de vergüenza nacional, pues salieron a luz grabaciones en las que quedó patente su actitud irresponsable y cómo desatendió las órdenes que le daban desde la comandancia de Livorno para volver al barco. Sacar al gigantesco Costa Concordia del lugar donde encalló obligó a realizar una operación de ingeniería muy larga y costosa, sin precedentes, llevada a cabo por un consorcio italoestadounidense. Costó varios años, más de 1.000 millones de euros y el trabajo de un equipo multinacional que dirigió un sudafricano, Nick Sloane. En los trabajos para reflotar la nave, en febrero del 2014, murió en accidente un submarinista gallego, Israel Franco Moreno. Se hirió en una pierna y se desangró.
El Costa Concordia acabó sus días desguazado en el puerto de Génova, tras una última y triste singladura, remolcado y con enormes cajas de acero, a babor y estribor, a modo de flotadores.
En la tragedia, por una imprudente maniobra, hubo 32 muertos, y luego el capitán saltó del barco y no ayudó