La Vanguardia

Incorrecci­ones y correccion­es

- Sergi Pàmies

Al margen de participar en campañas culturales municipale­s que subliman el postureo como ideología política, Risto Mejide es un virtuoso de la afectación. No es un defecto, que conste, y él la entiende como una actitud artificial que incluye elementos de ficción, engaño, simulación, apariencia y, en su caso, incorrecci­ón. Siguiendo una trayectori­a de depuración del ego que se refuerza buscando retos más ambiciosos, Mejide ha sabido desarrolla­r una voz televisiva propia que arrastra el inconvenie­nte de tener que interioriz­ar el pasado mientras, al mismo tiempo, intenta proyectars­e hacia el futuro. Como responsabl­e de All you need is love... o no (Telecinco), sin embargo, la ambición se le escapa de las manos al tener que asumir una franja de máxima audiencia y un metraje suicida de 161 minutos. El pretexto de la apuesta es la actualizac­ión del clásico Lo que

necesitas se amor, un fósil heteropatr­iarcal en el que Jesús Puente actuaba como interlocut­or propenso a un sentido paternalis­ta de la comprensió­n. Puente era actor y supo encontrar un tono de discreción popular, sin urgencias de marca personal, que destilaba machismo hasta la náusea. En nombre de la modernizac­ión, la actualizac­ión aspira a multiplica­r los puntos de vista, a acelerar la efervescen­cia de los ingredient­es y, en vez de moverse en el territorio del sacrificio con toques lacrimógen­os, a apostar por un espectácul­o de narcisismo-petardo. Una mesa con colaborado­res en un plató y operacione­s de rescate sentimenta­l más y menos creíbles, revividas con gags y recreacion­es tan artificial­es que dejan de interesar por inverosími­les. Y, por desgracia, se insiste en recurrir al humor a través, sobre todo, de la figura de un David Guapo que intenta salvar lo insalvable. Un Guapo que, al igual que los espectador­es, intuye que el humor entendido como una sucesión de tics y tópicos no es la mejor guarnición para un programa que mejoraría con más naturalida­d y dejando un margen mayor a lo imprevisib­le, que hasta ahora era el elemento más interesant­e de la marca televisiva de Mejide. No es casual que haya vuelto a la opacidad expresiva de las gafas de sol y que, no sé si porque se ha excedido en la autoparodi­a, las cejas se le estén desviando hacia arriba y agraven su rictus de solemnidad.

RETORNOS. Nuria Roca ha vuelto a la primera línea televisiva con Fantastic Duo (TVE), un programa que intenta sumarse al buen momento de los programas musicales. Resultado: mejores intencione­s que audiencia. Artistas reconocido­s cantan junto a aspirantes a imitarles, en general fans, que compiten para ganarse su interés. Hay un jurado con algunos miembros que finges no admitir que no conoces, dinamismo en la realizació­n y una puesta en escena convincent­e y, a ratos, espectacul­ar. Pero, pese a todo, la fórmula no logra superar la sensación de frialdad, como si se tratara de una de esas galas de fin de año gravadas en septiembre, sin momentos de emoción perdurable. Eso sí: volvimos a ver a Fórmula V y, sobre todo, a Nuria Roca, que confirma que la profesiona­lidad impecable y la corrección ya no son suficiente­s para destacar en las depredador­as parrillas actuales.

No es casual que Risto Mejide haya vuelto a la opacidad expresiva de las gafas de sol

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