Incorrecciones y correcciones
Al margen de participar en campañas culturales municipales que subliman el postureo como ideología política, Risto Mejide es un virtuoso de la afectación. No es un defecto, que conste, y él la entiende como una actitud artificial que incluye elementos de ficción, engaño, simulación, apariencia y, en su caso, incorrección. Siguiendo una trayectoria de depuración del ego que se refuerza buscando retos más ambiciosos, Mejide ha sabido desarrollar una voz televisiva propia que arrastra el inconveniente de tener que interiorizar el pasado mientras, al mismo tiempo, intenta proyectarse hacia el futuro. Como responsable de All you need is love... o no (Telecinco), sin embargo, la ambición se le escapa de las manos al tener que asumir una franja de máxima audiencia y un metraje suicida de 161 minutos. El pretexto de la apuesta es la actualización del clásico Lo que
necesitas se amor, un fósil heteropatriarcal en el que Jesús Puente actuaba como interlocutor propenso a un sentido paternalista de la comprensión. Puente era actor y supo encontrar un tono de discreción popular, sin urgencias de marca personal, que destilaba machismo hasta la náusea. En nombre de la modernización, la actualización aspira a multiplicar los puntos de vista, a acelerar la efervescencia de los ingredientes y, en vez de moverse en el territorio del sacrificio con toques lacrimógenos, a apostar por un espectáculo de narcisismo-petardo. Una mesa con colaboradores en un plató y operaciones de rescate sentimental más y menos creíbles, revividas con gags y recreaciones tan artificiales que dejan de interesar por inverosímiles. Y, por desgracia, se insiste en recurrir al humor a través, sobre todo, de la figura de un David Guapo que intenta salvar lo insalvable. Un Guapo que, al igual que los espectadores, intuye que el humor entendido como una sucesión de tics y tópicos no es la mejor guarnición para un programa que mejoraría con más naturalidad y dejando un margen mayor a lo imprevisible, que hasta ahora era el elemento más interesante de la marca televisiva de Mejide. No es casual que haya vuelto a la opacidad expresiva de las gafas de sol y que, no sé si porque se ha excedido en la autoparodia, las cejas se le estén desviando hacia arriba y agraven su rictus de solemnidad.
RETORNOS. Nuria Roca ha vuelto a la primera línea televisiva con Fantastic Duo (TVE), un programa que intenta sumarse al buen momento de los programas musicales. Resultado: mejores intenciones que audiencia. Artistas reconocidos cantan junto a aspirantes a imitarles, en general fans, que compiten para ganarse su interés. Hay un jurado con algunos miembros que finges no admitir que no conoces, dinamismo en la realización y una puesta en escena convincente y, a ratos, espectacular. Pero, pese a todo, la fórmula no logra superar la sensación de frialdad, como si se tratara de una de esas galas de fin de año gravadas en septiembre, sin momentos de emoción perdurable. Eso sí: volvimos a ver a Fórmula V y, sobre todo, a Nuria Roca, que confirma que la profesionalidad impecable y la corrección ya no son suficientes para destacar en las depredadoras parrillas actuales.
No es casual que Risto Mejide haya vuelto a la opacidad expresiva de las gafas de sol