Merkel regala los oídos de Macron a un día de su cita
Débil ante Berlín, el presidente cuenta con nuevas ventajas
Han pasado cinco años. De nuevo un mes de mayo. De nuevo un presidente francés recién electo que en su primer viaje visita, mañana, Berlín, capital de la Europa alemana. Viaje presidencial al mismo centro de un diseño europeo que beneficia en primer lugar a Alemania en perjuicio de muchos otros, Francia entre ellos.
“Haremos todo lo posible para ayudar a Francia y también para configurar el proyecto europeo con Francia”, dijo ayer la canciller Angela Merkel en Aquisgrán, antigua capital carolingia. Como telón de fondo, un informe. El del Departamento Federal de Estadística confirmando el récord exportador alemán de marzo: 118.000 millones, un 11% más que el mismo mes del año pasado.
Hace cinco años, la general ceguera recibía la noticia como algo “bueno para todos”. Después de todo, Alemania era la “locomotora de la zona euro”, se decía. Hoy se ha avanzado en la banal comprensión de que en el marco de la moneda única el superávit de unos es el déficit de los otros: 48.000 millones de déficit comercial francés en el 2016, tres mil millones más que en el 2015...
El presidente-economista Emmanuel Macron conoce todo eso. En los últimos cinco años ha asistido a todas las negociaciones importantes –si se puede llamar negociación a algo tan desequilibrado– que han tenido lugar entre Berlín y París, entre Hollande y Merkel. Sabe que la pareja franco-alemana ya no existe. La correlación de fuerzas es la que es: más violencia de género que matrimonio.
Macron llegará mañana a Berlín con el libro de Michel Houellebecq en su cartera, cuyo título es Sumi-
sión. Efectivamente, el nuevo presidente francés, que hoy tomará posesión del Elíseo en París, siempre ha repetido su conformidad con Alemania, la necesidad de recortar el gasto público (en 50.000 millones, equivalente al presupuesto francés en educación nacional) y respetar la disciplina del 3% de déficit. Su tesis es que sometiéndose, lo que suele describirse como “haciendo los deberes”, en Alemania le respetarán. Y es aquí donde toma la
Con el Brexit, Merkel perdió a su primer aliado en políticas neoliberales y Macron puede aprovecharlo
palabra un tal Yanis Varufakis, el más popular exministro griego de Economía.
Varufakis, un economista muy competente, asistió a los autos de fe dirigidos por el gran inquisidor Wolfgang Schäuble que su país sufrió en Bruselas. El griego pidió el voto a Macron el pasado 7 de mayo. Ahora dice que Macron va a fracasar con Alemania: “Berlín no le concederá nada”, dice.
Con su sumisión neoliberal, esperando “convencer a Berlín para avanzar en una federalización de la zona euro”, “Macron se va a romper los dientes” con la política de Merkel. Esa política “va a repartir la miseria entre los trabajadores franceses”, escribe en una tribuna en el diario de sus partidarios, Efsyn, que lleva por título, “Emmanuel, ahora vamos a estar contra ti”.
Varufakis sabe de lo que habla,
porque –eso no lo dice– él fue víctima de la misma ingenuidad. Pero han pasado cinco años cargados de acontecimientos.
Es improbable que el inteligente Macron se haga ilusiones acerca del “eje franco-alemán”. Vio con sus propios ojos cómo Alemania se toreaba durante años a Francia, apoyándose en algunos socios pequeños, como Holanda y Finlandia, y en otro mucho menos pequeño que era el Reino Unido.
Ahora, con el Brexit, Berlín ha perdido un aliado en el frente neoliberal, y Francia ha ganado, por carambola, un relativo mayor peso en Europa, lo que complica la situación de Merkel y Schäuble.
Macron quiere organizar “convenciones” populares en los países miembros para “refundar” y luego reformar la eurozona con un presupuesto propio, un ministro de Finanzas y un Parlamento para la zona euro. Casi todas estas propuestas ya figuraban en el llamado “informe de los cinco presidentes” (Juncker, Tusk, Dijssselbloem, Draghi y Schulz) de junio del 2015. Todo eso no gusta nada en Berlín. Sobre todo por la sospecha de que Macron pueda encontrar apoyos en Bruselas, en el Parlamento Europeo y en el Banco Central Europeo que compliquen la posición alemana.
Todo eso explica por qué la prensa alemana dedica estos días titulares tan poco amables hacia la supuesta sumisión francesa: “El amigo caro, ¿cuánto le va a costar a Alemania” (Portada de Der Spiegel) “¿Cuanto nos va a costar?” (Bild
Zeitung). Difícilmente todo esto cambie algo fundamental, pero habrá que observarlo.