La guerra secreta de Cospedal
La ministra de Defensa pierde el control de la organización en Sevilla y Andalucía
ADOLFO S. RUIZ La lucha sin cuartel mantenida en Sevilla entre Cospedal y Arenas figura en el olimpo de las malas artes
Ensombrecida por la batalla de las primarias en el PSOE, limitada a una incursión territorial alejada del frente caliente de Madrid, la atención mediática ha pasado de puntillas sobre la guerra abierta en el PP de Andalucía de cara a los congresos provinciales que se van a celebrar a finales de este mes y principios de junio. Un territorio que acoge al mayor número de militantes de la formación, después de Madrid, y donde María Dolores de Cospedal ha visto esfumarse como humo por chimenea el control que ejercía del partido en Sevilla, Córdoba y Jaén. En el resto, ya lo había perdido antes.
El golpe recibido en Sevilla ha sido de los que hacen época y abren heridas para varios años: sorayistas y arenistas se han hecho, contra todo pronóstico, con el control de la organización que hasta ahora ostentaba Juan Ignacio Zoido, fiel a Cospedal, a través de su hombre en la capital hispalense, Juan Bueno. El pasado 28 de abril, los militantes sevillanos decidieron, por sólo 24 votos de diferencia, descabalgar a Bueno y colocar en su lugar a Virginia Pérez, una política bastante desconocida, pero apadrinada por Javier Arenas. Quien tuvo, retuvo.
La guerra sin cuartel mantenida en Sevilla entre Cospedal y Arenas, siempre por personas interpuestas, figura en el olimpo de las malas artes. Ambos bandos, liderados por Juan Bueno y Virginia Pérez, han protagonizado zancadillas, acusaciones, descalificaciones... Hasta tal punto llegó la situación que Mariano Rajoy ha tenido que intervenir, dado que Juan Manuel Moreno Bonilla, el presidente del partido en Andalucía, no estaba ni se le esperaba. Y Rajoy impuso una victoria pírrica, una pax rajoniense: el vencedor en la disputa sería proclamado presidente provincial del PP, pero su número dos, el secretario general, deberá salir de una terna propuesta por el bando derrotado. Una solución surrealista que, si se cumple, algo que está por ver, puede provocar el estallido interno definitivo del partido en Sevilla.
Moreno Bonilla ha pasado de puntillas sobre esta crisis porque sigue considerado un advenedizo, un
parvenu, por parte de los poderosos señoritos que manejan el PP sevillano, y que no han cesado de disparar fuego amigo sobre el malagueño desde el mismo momento que el dedazo de Rajoy lo designó líder en Andalucía. “Tú lo has querido”, advirtió en aquel cónclave Rajoy a Moreno, una frase que se ha demostrado premonitoria.
Cospedal también ha perdido el control del partido en Córdoba y Jaén, en estos casos en una maniobra capitaneada por Moreno Bonilla, aunque la ministra de Defensa aún puede programar un contraataque, al menos en Córdoba. Los dos presidentes provinciales hasta ahora, José Antonio Nieto y José Enrique Fernández de Moya, enfrentados a Moreno Bonilla (“Llamadme Juanma”), se han visto obligados a dimitir tras ser nombrados secretarios de Estado. El presidente del partido ha aplicado a rajatabla con ellos la guillotina de la incompatibilidad entre cargos estatales y autonómicos, establecida en los estatutos del partido.
La controversia surge porque los partidarios de Cospedal se quejan amargamente de que el presidente popular andaluz no haya utilizado la misma energía con Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía, persona de la máxima confianza de Javier Arenas. Sanz se mantiene en su puesto como presidente del PP de Cádiz. “La misma regla, dos varas de medir”, claman los soldados fieles a la titular de Defensa.
El estrecho resultado en Sevilla, cocinado en la capital, todavía está en el alero ya que los derrotados han elevado multitud de quejas al Comité de Garantías del partido en Génova, saltándose al organismo autonómico, en un intento de que sea Madrid (Cospedal) quien tenga la última palabra, anule el recuento y restablezca el orden manu militari. Un movimiento que no ha terminado de salir bien, ya que Génova ha devuelto el caso al Partido Popular andaluz.
La triunfadora en Sevilla, Virginia Pérez, ya ha anunciado que se van a producir cambios importantes en la organización. “No he venido a hacer lo mismo ni a dejar las cosas como estaban. Los cambios son irremediables. Entiendo que haya gente con miedo e incertidumbre, pero yo no he llegado hasta aquí para que todo siga igual”, declara. De momento, son balas de fogueo, pero muchos temen que en poco tiempo sus posiciones, en algunos casos mantenidas desde hace varias décadas, van a ser bombardeadas sin piedad. Con fuego real.