La realeza presta vestidos a sus herederas en un guiño a lo ‘vintage’
Carolina de Mónaco, Beatriz de Holanda o Silvia de Suecia dejan vestidos a sus herederas
Recuperar prendas que hacía tiempo que estaban guardadas en el armario y darles una segunda oportunidad se definiría como ahorrar o reciclar. Pero en moda se utiliza la palabra vintage, que se refiere a prendas o accesorios que tienen unos años, sin llegar a ser antigüedades. Por ejemplo. el vestido de Valentino con el que Julia Roberts recogió su Oscar en el 2001 no era nuevo, sino de 1992. Años más tarde, en el 2009, el Pierre Balmain que lució Penélope Cruz cuando ganó la estatuilla dorada era un diseño de los años cincuenta. Y el pasado enero Kirsten Dunst acudió a una fiesta en París, durante los desfiles de Alta Costura, con un vestido de Christian Lacroix que ella misma había llevado en los Oscar del 2004.
En los últimos tiempos, la realeza también se ha apuntado a la tendencia vintage. Repetir traje es un gesto muy aplaudido, y ejemplo de ello lo dan en numerosas ocasiones las reinas Letizia y Máxima, o la princesa Ana. Pero el golpe de efecto consiste en llevar diseños lucidos antes no por ellas mismas sino por sus madres o sus suegras.
Beatrice Borromeo acaparó todas las miradas en una cena celebrada en el Casino de Montecarlo el último fin de semana de abril. El motivo no era sólo por la belleza de la esposa de Pierre Casiraghi, el tercer hijo de Carolina de Mónaco, sino también su vestido largo metalizado con falda de flecos de Chanel. El traje era de su suegra, que lo estrenó en el Baile de la Rosa del 2007. El vestido ya resultaba moderno entonces, y en Beatrice sigue viéndose actual. Carolina, de 60 años, ha sido y es una de las princesas más bellas y elegantes de Europa, y su armario es un auténtico tesoro donde prima Chanel, por su gran amistad con Karl Lagerfeld.
Prestándole el vestido, Carolina quería demostrar públicamente el cariño que siente por Beatrice, que recientemente le dio su cuarto nieto. Dio mucho que hablar otro vestido prestado por Carolina unas semanas antes. Fue a su hija Carlota, en el Baile de la Rosa. Era también un Chanel, negro de profundo escote y falda de seda con superposición de gasa y estampado de flores. La razón por la que dio que hablar es que días antes Carlota fue fotografiada junto a Dimitri Rassam, hijo
de la actriz francesa Carole Bouquet, gran amiga de Carolina. Juntas participaron en un foro de la danza, en el año 2000, y allí fue donde Carolina lució el vestido que 17 años después dejó a su hija. Todo un guiño a la nueva pareja de Carlota.
En la casa real de Suecia, también se apuesta por lo vintage. En su reciente visita a Japón, la princesa Victoria sorprendió con un coqueto vestido azul marino con topos de color azul y lazada al cuello. El diseño salió del armario de su madre, la reina Silvia, que lo guardaba desde hacía casi 40 años, pues lo llevó en
Beatrice Borromeo destacó en una reciente cena con un Chanel de hace diez años del armario de su suegra
un viaje a Moscú que hizo en 1978. Inspirado en el uniforme de las azafatas, el vestido resultaba actual entonces y ahora.
En la casa real holandesa, a falta de hijas, la reina Beatriz presta su armario a sus tres nueras. Máxima, en un gesto de cariño hacia su suegra, lució un vestido suyo en uno de los actos más importantes de los Países Bajos, el día de la Liberación. El 5 de mayo del 2014, en el concierto de celebración, la reina Máxima llevó un vestido verde esmeralda con bordados de cristales en el pecho y la cintura y plumas de marabú en la falda. Beatriz de Holanda lo había llevado en un viaje de Estado a la vecina Bélgica en 1981.
Y en el Reino Unido, Catalina de Cambridge protagonizó su primer discurso público el 20 de marzo del 2012, y aunque no era una novia, siguió la tradición de llevar algo azul y algo usado. Y que mejor talismán fue lucir un traje que su madre llevó a Ascot en el 2010.
Al final , parece que tener un buen fondo de armario resulta rentable.