“Al principio cada día me preguntaba algún motorista en los semáforos”
Albert Artés es un profeta de la moto eléctrica. Adquirió su primer modelo hace cinco años. Entonces era todavía una auténtica
marcianada. Veían a un tipo en moto sin tubo de escape y con una gran batería en el lugar del motor y cuando el semáforo se ponía en rojo no podían evitar preguntarle. Por aquel entonces, “cada día hablaba con otros motoristas que se interesaban”, recuerda Artés.
Ha dejado atrás la primera moto que cada 5.000 kilómetros debía pasar por el taller para usar una Vectrix. La define con cariño como “un sofá con ruedas”. El principal problema que tiene –como es habitual– es la autonomía, pero lo ha resuelto cambiando la batería original por la de un vehículo de cuatro ruedas que le encaja a la perfección.
Mensajero de profesión, cada día hace entre 80 y 90 kilómetros sin necesidad de parar a repostar, aunque a veces aprovecha la hora de comer si está cerca de un punto de recarga. “Cada vez hay más postes, aunque antes siempre encontraba libres y ahora a veces cuesta porque están todos ocupados”, dice con resignación, pero también con la satisfacción de ver que lo que antes era motivo de curiosidad ahora empieza a normalizarse. Por la noche, cuando llega a su domicilio, en Sabadell, deja la moto cargando en el parking. Calcula que lleva ahorrados unos 7.000 euros aproximadamente en combustible.
Aprovechando que se pasa todo el día arriba y abajo hace pedagogía. En la moto luce su web (Electrorutes.cat), a través de la cual asesora a personas que se plantean dejar atrás el combustible. Siguen parándole conductores para preguntarle. Y él responde encantado, aunque pide campaña s de conciencia ción públicas que le ayuden a evangelizar.