Glorioso hip-hop contemporáneo

Kendrick Lamar confirma con plenitud nada acomodaticia la gloriosa senda abierta con sus anteriores obras. Damn. es sólo su cuarto álbum, pero en él, el rapero californiano ofrece una apabullante demostración de creatividad en estado cercano a lo puro e irremediablemente salvaje. En ese tránsito Lamar ha ido tejiendo un tapiz sonoro que revela detalles subyugantes e insinúa que la tarea aún está en plena elaboración. Porque lo paradójico de este anhelado alumbramiento es que su anterior obra de hace dos temporadas, To

pimp a butterfly, era una obra tan incuestionablemente densa como redonda y acabada, mientras que este Damn. deja la sensación de que es una obra inacabada, que precisa una segunda parte.

Ello no es óbice en absoluto para Kendrick Lamar

DAMN. HIP HOP/ INTERSCOPE que sea un disco que exuda majestuosidad –comenzando por su frecuente empleo de imaginería bíblica–y unos textos impecables en cuanto a su objetivo, como sintetiza perfectamente el arranque de la obra con una pequeña introducción, Blood., y un primer corte,

Dna., donde muestran al Lamar más fiero y desafiante, retando a los noticiarios de la Fox en su cruzada contra el hip-hop. El elevado listón se mantiene en gran parte de la punzante obra con cimas como

Xxx. y Fear., donde su voz suena rica en tono, lugar e intención, demostrando de forma palmaria la distancia que hoy por hoy existe entre él y el resto, comenzando, seguramente, por el exitoso Drake. En este sentido, el tema que comparte con Rihanna, Loyalty. ,esel único tema que hace enarcar levemente la ceja.