Cannes y el futuro del cine.
El director, presidente del jurado, defiende en Cannes ver el cine en las salas
El festival arrancó ayer con una proclama del presidente del jurado, Pedro Almodóvar, a favor de que el cine se vea en las salas. En la foto, el director con Monica Bellucci, Lily-Rose Depp, Will Smith y Jessica Chastain.
Salvador Llopart
Cannes. Enviado especial Conduce Monica Belucci, con sobriedad y estilo, la gala de inauguración de la 70.ª edición del festival de Cannes. Una ceremonia de poco más de media hora a la que sigue la proyección oficial de Les
fantômes d’Ismael una, ejem, digamos, fantasmada sobre fantasmas del pasado e impotencia creativa en el presente, dirigida por el en tantas otras ocasiones sensible y sorprendente Arnaud Desplechin.
No hay nada peor en Cannes que la indiferencia. Un sonoro silencio despidió la proyección de prensa del filme de Desplechin, triste pórtico del certamen. Recurrente maestro de las tramas entrelazadas que ha sido este director francés, esas donde la comedia se encuentra con el drama, un cineasta de culto en Cannes desde Reyes y reina (2004), navega aquí entre la autoindulgencia y la ambición, con una ambición degradada en pretensiones de transcendencia a medio cocinar.
Mucho en el descalabro del filme tiene que ver el exceso de identificación con el protagonista del filme, por parte de Desplechin, en manos de ese enorme histrión que es Mathieu Amalric, tan dado al exceso. Encarna el actor, con el que Displachin ha trabajado ya en media docena de ocasiones, un director en crisis creativa acosado por sus propios fantasmas...
Pero a estas alturas, ni el buen trabajo de las dos protagonistas femeninas –una es Marion Cotillard, como la mujer que vuelve después de veinte años de haber sido dada por muerta, y la otra es la aún mejor Charlotte Gainsbourg, la amante sólida y fiable que la actriz encarna en el filme con despojada y triste naturalidad– es ya el asunto central de discusión entre aquellos que se dirigen a la fiesta de inauguración del festival. Un evento para los medios de comunicación como forma de reconocer su trabajo. El propio Cannes, como celebración de su 70.º aniversario, ha tomado la playa del Majestic y el Agora, en general de acceso restringido, con barra libre y música en directo...
Pero no. Ni la extraña generosidad del certamen llama demasiado la atención ante el tema, el asunto, el debate o como queramos denominarlo. La cosa tiene un nombre propio: Pedro Almodóvar. Y ya puestos, dos: Pedro Almodóvar y Will Smith. No por ellos mismos, ni por su historia, ni siquiera por el largo aplauso con el que Almodóvar fue sido recibido por la mañana en el encuentro con la prensa, al principio de la presentación del jurado que él preside. La cuestión caliente, la fuente de la polémica de la jornada, y con toda seguridad de lo que queda de festival, fueron las contundentes y, en cierto sentido, amenazantes palabras de Almodóvar sobre las películas producidas por Netflix. Y el comentario favorable de Will Smith sobre esas películas que no se estrenan en cine y pasan directamente a plataformas digitales y vídeo a la carta (VOD), que es lo que dice Netflix que va a hacer con sus producciones presentes en Cannes.
“Has tocado el tema central de esta edición de Cannes, María”, dijo Almodóvar al asumir la pregunta que le hace la colega María Guerra sobre su opinión. Se nota
PELÍCULA INAUGURAL ‘Les fantômes d’Ismael’, de Desplechin, deja fría a la platea del festival PROTAGONISTAS Lo mejor son sus actrices protagonistas, Marion Cotillard y Charlotte Gainsbourg
que es una opinión meditada, pues Almodóvar abre un cartapacio y se pone a leer: “Las plataformas digitales –como Netflix– son una forma de ofrecer contenidos de pago en internet, y eso es bueno y enriquecedor. Pero esas plataformas no deben limitar ni sustituir las formas existentes de ver las películas”, dice el director en clara referencia a los cines tradicionales. “Las nuevas plataformas deben aceptar las reglas del juego existentes, que son las ventanas de exhibición”, es decir, el tiempo marcado para la permanencia de las películas en los cines y, luego, su paso a plataformas digitales y televisión de pago.
Y al final deja caer la bomba: “Sería una enorme paradoja que la Palma de Oro –el premio grande de Cannes– no se pudiera ver en salas”, dijo Almodóvar en referencia evidente a la presencia en la sección competitiva del certamen de dos películas de Netflix, Okja, de Bong John-ho, y The Meyerowitz stories, de Noah Baumbach, y que por lo tanto aspiran a llevarse el premio mayor del certamen. Y añade: “Mientras viva defenderé con pasión la capacidad de hipnosis que tiene la gran pantalla del cine sobre el espectador”. Palabra de Almodóvar.