Interior pide disculpas por El Prat y anuncia medidas
La cúpula del ministerio desembarca en Barcelona y promete más policías El Gobierno enviará nuevos sistemas de verificación la semana próxima
La cúpula del Ministerio del Interior desembarcó ayer en Barcelona asumiendo su parte de responsabilidad en las colas padecidas en las últimas semanas en el control de pasaportes de El Prat. El secretario de Estado de Interior, José Antonio Nieto, se comprometió a trasladar los policías que sean necesarios al aeropuerto para amortiguar las esperas, pero pidió que no se focalice el problema sólo en la falta de agentes. Señalando directamente a Aena recordó que en los últimos años la infraestructura aeroportuaria no se ha adaptado a los sucesivos incrementos del flujo de pasajeros. Eso sí, colas seguirá habiendo en los momentos en que coincidan varias aerolíneas con pasajeros obligados a mostrar sus pasaportes.
Es complicado entender el grado de improvisación que en estas senar
manas han demostrado tanto Interior como Aena. El nuevo reglamento Schengen entró en vigor el 7 de abril. Pero no se puede decir que el cambio haya pillado por sorpresa a los gobiernos de la Unión Europa. La reforma empezó a debatirse en el 2015, después del ataque a la
revista Charlie
Hebdo; los atentados terroristas de noviembre del 2016 en París dieron el empujón definitivo a la medida. La Unión Europea ofreció además un periodo transitorio de seis meses a aquellos países que consideraran que no estaban listos y precisaban más tiempo para adaptarse a las medidas. Incluso dieciocho meses si necesitaban hacer obras en las zona de control.
España ni se planteó pedir un margen de tiempo. Teniendo en cuenta el actual nivel de alerta antiterrorista que vivimos (cuatro sobre cinco), tampoco se hubiera entendido. Se decidió empezar a controlar pasaportes el 8 de abril, pero a nadie se le ocurrió hacer números, ni en Interior ni en Aena, y comprender que, a diferencia de Barajas, en El Prat no había infraestructura ni personal policial para gestio- sin caos los nuevos filtros de seguridad. La situación estalló con el puente del pasado Primero de Mayo cuando decenas de pasajeros recurrieron a las redes sociales a denunciar esperas de hasta tres horas.
Nadie duda que, tras la entrada en vigor de los nuevos controles, hay más aglomeraciones en los principales aeropuertos europeos. La media de los tiempos de espera es de una media hora. Un tiempo que el secretario de Estado de Interior espera consolidar con el incremento de plantilla policial y las mejoras que se van a realizar en el aeropuerto. Todo para que no se vuelvan a repetir las esperas de tres horas.
En el plan de choque urgente está la compra de 450 verificadores de pasaportes. De estos, 50 vendrán a El Prat, los primeros a partir de la semana que viene. Lo que no se entiende es que la decisión de comprarlos no se tomó hasta la crisis del 1 de mayo. Y que antes a nadie se le ocurrió que con los siete verificadores que había en las cabinas de entrada de la T1 era “imposible” atender a los pasajeros.
Tuvieron que sufrirse tres horas de cola para que alguien se diera cuenta de que el ancho de banda de la línea que da servicio a la emisión de datos de los verificadores de El Prat era estrecha y lenta. Es una de las primera gestiones que ha hecho el secretario de Estado, que también reclamó a Aena una “reorganización” de las áreas de espera del control de pasaporte y una mejor gestión de las propias colas.
Sin duda ayudará a mejorar la situación la puesta en funcionamiento de las cabinas de verificación au-
tomática de los pasaportes. Ya existen 22 pero tan mal señalizadas que casi nadie las usa. Se contratará personal de asistencia que dirija a los pasajeros comunitarios hasta las máquinas. Además se comprarán de nuevas.
Estas cabinas son fáciles de utilizar y no precisan de la presencia de un funcionario de la Policía. El secretario de Interior insistió ayer en la necesidad de buscar “formulas” para que los policías quieran venir a trabajar a Catalunya. Y esa fórmula pasa por ser un plus económico, similar al que se creó en el País Vasco en los tiempos del terrorismo. Ahora, un policía nacional en el aeropuerto de Barajas cobra 345 euros más que uno de El Prat. Con esa diferencia de salarios, es difícil atraer uniformados a las plazas que siguen vacantes en Catalunya.
Por la tarde, Enric Millo y la directora del aeropuerto, Sonia Corrochano, que sí habían estado por la mañana en la reunión con el secretario de Estado de Seguridad, no asistieron a la reunión convocada por la Generalitat. Al término de este encuentro, el conseller de Territori, Josep Rull, explicó la propuesta de crear una comisión de seguimiento de las colas y lanzó una advertencia: “No contemplamos una negativa por parte del Estado y Aena porque sería un ejercicio de irresponsabilidad impensable”. La voluntad de la Generalitat es que esta comisión se reuna semanalmente para “acreditar que las promesas operativas”. La comisión seguiría el modelo que se aplicó el año pasado para gestionar el caos de Vueling.
Al finalizar la reunión, el conseller de Empresa, Jordi Baiget, indicó que en las últimas semanas se ha producido un “incremento sustancial” de visitantes extranjeros que se han dirigido a las oficinas de la Agència Catalana de Turisme para presentar reclamaciones por la pérdida de su vuelo.
Las reuniones en Barcelona vinieron precedidas de la sesión de control al presidente del Gobierno. En respuesta al diputado de ERC Gabriel Rufián, Mariano Rajoy aseguró que ya están tomando medidas. El presidente achacó la situación en El Prat a la necesidad de “preservar la seguridad”, algo que consideró “muy razonable”. “Espero que dentro de pocas fechas –dijo Rajoy dirigiéndose a Rufián– ya no tenga que hacerme esta misma pregunta porque no haya caos ni molestias para los pasajeros”.
Después de que el diputado de ERC instara al presidente a “dejar de hacer el ridículo en el control de pasaportes, por lo menos hasta que la futura república catalana tome el mando del aeropuerto”, Rajoy garantizó que se hará “un seguimiento semanal para que las cosas vayan bien en el futuro”. El presidente instó a ERC a “hacer lo mismo” en el metro de Barcelona, “donde hay huelgas, aglomeraciones y caos en los andenes” en lugar de echar la culpa a Madrid. El presidente hacía referencia a las reiteradas huelgas del suburbano, un medio de transporte de cuya gestión se encarga la empresa TMB del Ayuntamiento, donde ERC está en la oposición.