División en JxSí por la acusación a CDC en el caso Palau
La incomodidad de ERC hace saltar por los aires el pacto entre Puigdemont y Junqueras
El martes, Puigdemont y Junqueras acordaban mantenerse en la negativa a acusar a CDC por el caso Palau hasta que haya sentencia. Y el miércoles, Esquerra obligó a rectificar en el Parlament. Sus diputados votaron a favor de la acusación y los del PDECat se abstuvieron.
Ni veinticuatro horas duró la “posición unánime” del Govern en torno a la decisión de no acusar a CDC por el caso Palau de la Música hasta que no exista una sentencia judicial que aclare los hechos. El acuerdo en este sentido adoptado el martes en un encuentro a solas entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras después de la reunión del Consell Executiu saltó ayer por los aires cuando en el pleno del Parlament ERC votó a favor de las propuestas de resolución presentadas por la CUP y Catalunya Sí que es Pot para que el Govern rectifique y permita que el Consorci del Palau de la Música se persone como acusación particular contra CDC, mientras el PDECat se abstenía. Y el resultado fue que las dos iniciativas quedaron ampliamente aprobadas en medio de una imagen de fractura muy evidente dentro de Junts pel Sí.
La división entre los socios del Govern se fraguó en una reunión de urgencia de la ejecutiva de ERC, poco antes del inicio del pleno del Parlament, en la que, a diferencia de lo acordado el día anterior entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, se apostó por respaldar las propuestas de la CUP y Catalunya Sí que es Pot. La dirección del PDECat, en paralelo, imponía, por su parte, la abstención, ante la evidencia de que si en realidad quiere desmarcarse de la herencia de la corrupción de CDC no podía oponerse a las iniciativas, a pesar de que este era el deseo de la vieja guardia organizada alrededor de Artur Mas. Y la justificación de unos y otros fue que adoptaban las posiciones que adoptaban, aunque fuesen contrapuestas, por lealtad a la decisión tomada el martes por el Govern de acuerdo con el pacto alcanzado entre el presidente y el vicepresidente.
El caso es que lo que el día antes había sido una posición única del Govern, veinticuatro horas después se transformaba en una sinfonía de colores en el marcador electrónico de las votaciones del hemiciclo del Parlament: el verde de los diputados de ERC, incluidos los miembros del Consell Executiu del partido –entre ellos Oriol Junqueras–, la mayoría de independientes de Junts pel Sí y los representantes de Demòcrates de Catalunya y Moviment d’Esquerres, partidarios de que el Govern acuse a CDC; el naranja de los diputados del PDECat, incluidos los miembros del Consell Executiu de la formación –entre ellos Carles Puigdemont–, defensores de la abstención; y el rojo de dos independientes de Junts pel Sí –Germà Bel y Josep Maria Forné–, contrarios al planteamiento de la acusación por entender que, llega- do el caso, quien debería resarcirse no es el Consorci del Palau de la Música, sino la Generalitat.
En el entorno de la presidencia de la Generalitat había “perplejidad” por la actitud de ERC y, sobre todo, por el hecho de que el vicepresidente hubiese votado exactamente lo contrario de lo acordado el martes. La formación de Oriol Junqueras, en cambio, respiraba aliviada después de la incomodidad del día anterior por haber tenido que cerrar filas con el PDECat en una materia tan delicada como la de las sospechas de corrupción. De hecho, la oposición censuró tanto la actuación que en este terreno había tenido históricamente CDC –y hizo extensiva la crítica a su heredero, el PDECat–, como la “complicidad” que, a su juicio, a lo largo de los años ha mantenido ERC por “taparle las vergüenzas”, y esto al partido de Oriol Junqueras le molesta especialmente.
Las propuestas de resolución de la CUP y Catalunya Sí que es Pot, que recibieron también el respaldo de Cs, PSC y PP, exigen al Govern que rectifique su posición dentro del Consorci del Palau de la Música para que este pueda acusar a CDC y reclaman una nueva reunión de este organismo para poder poner en práctica la rectificación.
La dirección neoconvergente impone la abstención frente al rechazo que quería la vieja guardia