Pérez Cruz en el Liceu
Sílvia Pérez Cruz presentó en un Liceu lleno su álbum ‘Vestida de nit’, dentro del Suite Festival Cinco farolas, copla inmortalizada por Concha Piquer, a la que siguió la arrebatadora Tonada de luna llena. Luego iría intercalando, entre otras,
La vocalista de Palagrufell Sílvia Pérez Cruz presentó su último trabajo, Vestida de nit ,enun Liceu completamente lleno, donde acompañada de un quinteto interpretó casi todas las piezas del nuevo disco, además de algunas sorpresas.
Un Liceu abarrotado de fieles y de aficionados a la música acogió anoche la presentación de Vestida de nit –de la mano del Suite Festival–, el álbum firmado por la cantautora Sílvia Pérez Cruz con el que demuestra no sólo su calidad artística sino sobre todo su curiosidad e inquietud musicales. En esta ocasión ha reunido algunas piezas muy queridas, propias y ajenas, de su repertorio, cambiándoles el traje sonoro con un quinteto de cuerda y dotándolas de una emotividad tan elegante como desarmante.
Vestida de blanco, la vocalista de Palafrugell apareció con diez minutos de retraso y cantó prácticamente la totalidad del flamante disco, aunque también tuvo tiempo e intención para repasar, en catalán, castellano, portugués o inglés, otros hitos de su heterogéneo cancionero. Pero, de hecho, arrancó con dos piezas que nunca había cantado, la Estrella del glorioso Enrique Morente, y la no menos inesperada
Mechita, Loca, Verde, Ai ai ai, Corrandes d’exili, Carabelas nada (tema de Fito Páez que hicieron suyo en tiempos pasados Sílvia y Refree), Por tu amor me duele, No hay tanto pan (impresionante en todos los aspectos), Hallelujah y su etérea versión de La lambada. Como propinas cayeron Limosna de amores (otra copla, inmortalizada esta por Lola Flores), Vestida de nit, donde incorporó ecos cubanos, de Amy, de Los del Río, de Zapato Veloz... y la inevitable Gallo rojo, gallo negro.
Pero falta la otra mitad. Sin atril ni partituras, las cuerdas del quinteto (Miquel Àngel Cordero, Joan Antoni Pich, Elena Rey, Anna Aldomà y Carlos Montfort) respaldaron y engrandecieron el arte vocal de Pérez Cruz a lo largo casi dos horas. Una labor la de estos músicos que cabe calificar de tan desinhibida como contenida, tan mesurada como brillante, tan cómplice como respetuosa con la luz propia de la ampurdanesa... pero sobre todo tan capaz de hacer de lo complicado algo que parecía natural y sencillo.