Macron realiza la “gran coalición” en Francia con un gobierno transversal
Socialistas, conservadores, un ecologista y algunas caras nuevas en el Gabinete
El presidente Macron estrenó ayer la fórmula de una sui géneris “gran coalición” gubernamental en Francia, al nombrar un gabinete de ministros que combina socialistas, centristas, conservadores, un ecologista y algunos rostros nuevos en los principales ministerios de su gobierno. Habitual en Europa, clásica en Alemania a través de lo dos grandes partidos históricos, tal combinación no tiene precedentes en Francia y rompe el marco político tradicional.
El alcalde socialista de Lyon, Gérard Collomb, aliado de primera hora de Emmanuel Macron, ha sido nombrado ministro del Interior y dejará su alcaldía.
Francia se encuentra en estado de urgencia desde los atentados de noviembre y se espera que la estrategia de choque de Macron para imponer cambios sociolaborales provoque fuertes reacciones sociales, por lo que este ministerio es capital. Collomb lleva consigo el título de “ministro de Estado”, que supone un estatuto superior al de los ministros ordinarios.
Otros tres ministros vienen del Partido Socialista: Jean-Yves Le Drian, ministro de Defensa con Hollande, ahora ministro para Europa y Asuntos Exteriores; Richard Ferrand, Cohesión Territorial, y Christophe Castaner, portavoz y Relaciones con el Parlamento.
El Gabinete incluye tres centristas, entre ellos el líder histórico del centrismo francés, François Bayrou (Justicia); dos del partido conservador (Los Republicanos) –Bruno Le Maire (Economía) es el más relevante de ellos– y un ecologista muy popular, Nicolas Hulot (Transición Ecológica), destinado a remediar la marginación de la ecología en el programa de Macron y enfatizar que ese frente tendrá un papel.
Antiguo presentador de televisión, Hulot fue el embajador de Hollande para la Conferencia del Clima de París (COP-21) y rechazó ministerios con Chirac y Sarkozy. “Si he aceptado es porque hay una ocasión nueva que no se puede ignorar”, ha explicado en un mensaje en las redes sociales. Hulot y Bayrou tienen también el título de “ministros de Estado”.
Este bloque de diez ministros conocidos profesionales de la política, concentra las carteras fundamentales, con la economía en manos de la derecha y el resto de lo principal en manos de exsocialistas. Los otros diez hasta completar el cuadro son profesionales de procedencia diversa, con las principales carteras, Trabajo y Educación, en manos de una ejecutiva (Muriel Penicaud, ex jefa de personal del grupo Dassault y Danone) y de un gestor de sesgo conservador (Jean-Michel Blanquer), respectivamente.
En su conjunto, el Gobierno –de 22 miembros y estrictamente paritario– es como un sólido tanque, una apisonadora de alternativas sistémicas, diseñado para hacerse con una mayoría absoluta en las elecciones legislativas del mes que viene de las que depende la holgura del poder presidencial de Macron.
“En Francia nunca se había visto a un presidente usar la formación de su gobierno para ganar unas elecciones legislativas”, dice Rémy Lefebvre, politólogo de la Universidad de Lille.
La “gran coalición” es una fórmula familiar en Alemania. La RFA ha sido gobernada 14 años desde 1966 con ella, y en los länder (estados federales) la coalición es más norma que excepción. Pero lo que en Alemania representa estabilidad y rutina, en Francia, el país que inventó la divisoria izquierda/derecha y que organiza los consensos de su gobernanza a través del antagonismo, puede ser empresa arriesgada.
El Gobierno transversal de Macron establece en Francia una especie de Partido Institucional Unificado. Ese escenario no sólo acaba con las alternancias tradicionales, sino que es la demostración de lo que el Frente Nacional viene repitiendo desde hace años con su fórmula
Lo que en Alemania representa estabilidad y rutina puede ser en Francia una arriesgada aventura
UMPS, el equivalente al español PPSOE, es decir: todos son lo mismo.
En un editorial publicado ayer por el semanario Challenges, Bruno Roger-Petit expresaba su entusiasmo hacia la “completa remodelación de las divisorias tradicionales entre izquierda y derecha” realizada por Macron. El gran partido conservador se va a convertir en un reducto atávico de identitarios ultracatólicos, señalaba el editorialista. Esta apisonadora se va a convertir en el “único bloque de progreso” y enfrente tendrá a “tres bloques rivales conservadores”; la izquierda, el Frente Nacional y Los Republicanos, antagonistas, electoralmente competidores y enemigos entre sí. Un gran éxito táctico de cara a las legislativas, sugiere Roger-Petit.
Esta magnífica revolución deja fuera al 60% del electorado y “se topará pronto con el muro de los delirantes que no entienden nada de economía, pero que son mayoría en el país”, dice el exministro conservador Luc Ferry, según el cual “el centrismo no tiene en Francia ni doctrina ni historia”.
Como estrategia, la “revolución” de Macron parece un último recurso. El último intento de la tecnocracia ante una mayoría social que no quiere comprender su altruista buena nueva.