La Vanguardia

Velasco deja los casos Púnica y Lezo en plena instrucció­n por un ascenso

El juez pasará a formar parte de la Sala de Apelacione­s de la Audiencia Nacional

- JOSÉ MARÍA BRUNET

La Audiencia Nacional ha conocido diversos tipos de juez. El más célebre fue el que encarnó Baltasar Garzón, en su papel de sube y baja por la escalera de acceso al edificio. Glamur y desparpajo judicial. Ese modelo ya se vio que no era de éxito. Con Eloy Velasco, en cambio, llega una apuesta más efectiva. El juez de los casos Púnica y Lezo ha conseguido alzar el vuelo a base de trabajo y cierta glotonería jurídica. Autos y más autos. Y en el momento oportuno, llega la plaza deseada, en este caso en la Sala de Apelacione­s de la Audiencia Nacional, de nueva creación. Un ascenso, sin duda.

Momentánea­mente, es posible que el PP pueda coger aire. Velasco se va a ir en pleno fragor de la batalla. El intrépido que concurse para acceder a su juzgado se va a encontrar con miles de folios de diligencia­s que tendrá que leer para ponerse al día. Más le vale tener un buen bronceador, porque va a echar el verano en ello. Los citados casos Púnica y Lezo son un pozo sin fondo. Lo de pozo no va por el Canal de Isabel II, pero como si lo fuera.

Mientras llega el nuevo juez revirado, o el cadete de academia en comisión de servicios, del juzgado se va a hacer cargo la magistrada Carmen Lamela. Es la titular del central número 3. En otras palabras, que ya tiene de qué ocuparse. En el central 6 podrá hacer lo justo y lo urgente. De ahí que más de un imputado haya tenido motivos para alegrarse del merecido ascenso del juez Velasco.

Que este magistrado quería abandonar la tarea de juez de instrucció­n era vox populi desde hace tiempo en la Audiencia Nacional. Y todo el mundo lo comprende. El deporte de alta competició­n exige una retirada a tiempo. Y si es un deporte de contacto, más. Había intentado varias salidas, y no tuvo suerte. Esas manzanas estaban demasiado altas. A consecuenc­ia de todo ello, hace tiempo que se decía en la casa que el juez Velasco andaba molesto. El remedio, en estos casos, suele ser entregarse aún más al trabajo.

Al juez Velasco, desde luego, no le ha faltado. El caso Púnica ya era una saga para que Mario Puzo escribiera un cuento para niños. Con el caso Lezo, en cambio, el asunto ha sobrepasad­o los límites de maldad de los argumentos de Enid Blyton y los cinco. El millón de euros que Francisco Granados guardaba en un altillo de la casa de sus suegros es una bagatela comparado con las inversione­s y beneficios del expresiden­te madrileño Ignacio González en países de Latinoamér­ica.

Pero el juez que había levantado esas alfombras –con acciones tan contundent­es como la de autorizar la colocación de micrófonos en el despacho de un expresiden­te autonómico, el citado Ignacio González– ha decidido cambiar de destino. Y el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se lo ha bendecido. Le acompañará otro magistrado experiment­ado, Enrique López, que fue vocal del propio Consejo a propuesta de PP y luego miembro del Tribunal Constituci­onal (TC) lanzado desde la misma catapulta. La Sala de Apelacione­s a la que van es tan reciente que ni siquiera tiene quien la presida. Lo hará transitori­amente el presidente de la Audiencia, José Ramón Navarro.

En la Audiencia Nacional, sin embargo, nunca hay ascenso sin polémica. Esta vez no iba a ser una excepción. Otros cinco magistrado­s de la propia Audiencia que también aspiraban al nombramien­to creen que Velasco y López les han ganado sin motivo. Y han presentado recurso. El Supremo, que deberá resolverlo, no va a suspender cautelarme­nte las designacio­nes. De modo que estos cinco –Sáez, Bayarri, De Prada, Hurtado y Fernández de Prado– no tienen otra opción que quejarse y esperar.

El Consejo del Poder Judicial, a su vez, ha fallado a favor de Velasco y López porque dice que son especialis­tas en penal, de acuerdo con la normativa vigente y a la luz de un oportuno dictamen del gabinete técnico de la institució­n. Los cinco recurrente­s, curtidísim­os jueces de la Audiencia, estiman que ellos no lo son menos. Para rizar el rizo, la ya citada juez Lamela, que sustituirá a Velasco transitori­amente, opta ahora a presidir la Sala Penal de la Audiencia. Si tiene suerte, dos juzgados de instrucció­n –algo así como la avanzadill­a de la justicia– se quedarán vacantes en breve. Pero en la Audiencia aseguran que la lucha contra la corrupción no cejará.

La decisión ha sido impugnada por otros cinco magistrado­s que también aspiraban a ser promociona­dos

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FERNANDO VILLAR / EFE / ARCHIVO El juez Eloy Velasco, que dejará en breve su juzgado, en una reciente intervenci­ón pública

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