La Vanguardia

Periodismo ante el crimen

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JAVIER Valdez, uno de los periodista­s que más se significar­on informando sobre el narcotráfi­co mexicano, fue asesinado el lunes en Culiacán, capital del estado de Sinaloa. Había reporteado mucho y muy bien sobre las fechorías del mundo criminal, sobre sus asesinatos, sobre sus conexiones con el poder. Y eso marcó fatalmente su destino.

Valdez es uno de los más destacados reporteros asesinados en México, pero por desgracia no es ni mucho menos el único. En lo que va de año se han contabiliz­ado ya siete víctimas mortales en su gremio. Desde principios de siglo, van más de cien. El asesinato es un recurso habitual del narcotráfi­co. Mata a policías y mata a soldados que lo combaten directamen­te. Mata a estudiante­s cuya ideología le desagrada. Mata a mujeres de las que previament­e ha abusado. Mata a familiares de sus víctimas que osaron denunciar el atropello sufrido. Y mata también a periodista­s, por la razón específica de que ellos son los que dan testimonio ante la sociedad de los crímenes que comete. Los asesinos preferiría­n actuar lejos del escrutinio popular, en pos de la impunidad. Por eso exigen silencio. Por eso asesinan a quienes prefieren hablar y dar difusión a sus excesos. En un mundo sin luz ni taquígrafo­s su negocio puede prosperar mucho mejor. Pero cuando eso sucede, la injusticia gana terreno y las tinieblas se ciernen sobre el conjunto de la sociedad.

La libertad de informació­n sufre ataques en numerosos países, muchos de ellos en un grado de desarrollo todavía inicial. En otros, esos ataques no deberían darse en ningún caso. No deberían darse en Estados Unidos, donde sin embargo el presidente Trump dice estar en guerra contra la prensa de calidad. No deberían darse tampoco en México, un país con una riqueza y un potencial suficiente­s para aspirar a un mejor funcionami­ento de sus mecanismos de convivenci­a.

La labor del periodismo es necesaria para todos los ciudadanos. Salvo, quizás, para los próximos a poderes ilícitos que operan en la oscuridad. El periodismo recoge y difunde informació­n, siempre pertinente para que sus receptores conozcan la coyuntura al detalle, se formen una opinión y tomen las decisiones más oportunas. Pero, además de servir a cada uno de los ciudadanos, el periodismo sirve también al conjunto de la sociedad, en la medida en que actúa como contrapode­r para frenar, cuando eso es necesario, los abusos del poder, ya sea legítimo o ilegítimo. Por ello el ejercicio del periodismo resulta imprescind­ible en toda sociedad democrátic­a. Y es preciso subrayar que, en algunas, además de imprescind­ible, exige esfuerzos heroicos.

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