La Vanguardia

De Santurtzi a la Romaña

El vizcaíno Omar Fraile gana una etapa de lujo por delante de Rui Costa y Pierre Rolland

- XAVIER G. LUQUE

Sensaciona­l. La victoria de ayer de Omar Fraile (Santurtzi, 1990) es de las que dejan huella. En primer lugar porque en el Giro no regalan nada (¡once etapas y todavía ni un italiano en el podio!) pero todavía más por el estilo, el dominio y la exhibición de astucia y fuerza de este escalador de 26 años que a buen seguro no se quedará aquí. Fraile protagoniz­ó una de las escapadas más serias del día, acompañado de Mikel Landa. Después, una vez pillado por un grupo selecto de perseguido­res (a 40km del final), mantuvo la calma. Más adelante, en la ascensión al Monte Fumaiolo, encontró el momento idóneo del contragolp­e para volver a marcharse por delante. Y finalmente, cuando el zarandeo constante de una jornada de media montaña por los Apeninos lo situó en posición de victoria pero acompañado de dos expertos como Pierre Rolland y Rui Costa, todavía tuvo las agallas y la sangre fría para jugar con habilidad sus cartas y acabar superándol­os. A los dos batidos, y también al estonio Kangert, que se había añadido a la fiesta en el último kilómetro. Todos superados por un Fraile espléndido que exhibió sonrisa de satisfacci­ón por todas partes en la meta del Giro. “Esto es lo más grande”, decía. “Es la victoria soñada de mucho tiempo. Para mí el Giro es la mejor carrera que hay, tenía marcada esta etapa hace días y me he encontrado en plena forma”, explicó.

Fraile proviene de Santurtzi, pero ha ido mucho más lejos de Bilbao para ganarse un nombre. Creció en la cantera del Caja Rural y en el 2016 dio el salto a la máxima categoría con el Dimension Data, el equipo sudafrican­o donde corre. Ha sido dos veces mejor escalador de la Vuelta a España y ya había dejado su sello en Italia al llevarse el Giro de los Apeninos del 2015. “Me gusta mucho correr en Italia, me encuentro bien aquí”, explica. “Tenía dudas con Rui Costa, es muy rápido en las llegadas. Pero por suerte yo también tengo mi punta de velocidad y he podido imponerla”, resumió en Bagno di Romagna, punto final de la etapa de ayer, el santurtzia­rra, como dicen en Euskadi.

La primera jornada de Tom Dumoulin vestido de rosa fue cuallanzar

UN FINAL IMPECABLE Victoria de nivel alto, por la exigencia del día y por la calidad de los rivales que tuvo que superar

quier cosa menos tranquila. Cuatro puertos de mediana dificultad –pero todos menos uno por encima de los mil metros– aportaron una auténtica batalla. Desde el principio. “Ya me esperaba que sería un día duro”, reconoció el neerlandés en la meta. “Pero mi equipo ha hecho un trabajo enorme”, añadía. Lo cierto es que el Sunweb mostró bastantes debilidade­s y Dumoulin tuvo que tirar de estrategia, al veterano Ten Dam (36) por delante y recuperarl­o más tarde, para salvar los muebles. Porque Dumoulin recibió ataques consistent­es de Nibali y Pinot, mientras el Movistar desplegaba sus fuerzas como bloque compacto para importunar también al defensor de la maglia rosa. Fue una lucha sin grandes consecuenc­ias, pero que permite pensar que Dumoulin puede encontrars­e muy solo en días de mayor exigencia. “Ha sido un día de desgaste que puede pasar factura más adelante”, señalaba Nairo Quintana, que se mantiene segundo de la general, a 2m33s de Dumoulin.

El Giro encara hoy y mañana dos etapas de perfil bajo, reservadas a los sprints. El sábado será el día del santuario de Oropa y el domingo toca una jornada complicada con dos puertos al final.

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LUK BENIES / AFP Omar Fraile celebra su victoria en la llegada de Bagno di Romagna

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