Ganó el aperturismo
La altísima participación favorece la holgada victoria del líder moderado
Los iraníes han renovado la confianza al presidente actual, Hasan Rohani, un moderado partidario de la apertura y el entendimiento con los países extranjeros que se ha impuesto a los defensores de la versión más ortodoxa de la veterana revolución islámica.
Las elecciones del viernes en Irán estaban lejos de ser unos simples comicios para escoger al presidente. Se habían convertido en un referéndum en el que los iraníes decidían el camino de la República Islámica en los próximos años. Escogían entre el radicalismo y aislamiento que representaba el clérigo Ibrahim Raisi, o la moderación, la integración de Irán en el mundo y mayores espacios de expresión que simboliza el presidente Hasan Rohani, que al final ha salido reelegido con el 57%, con siete millones de votos más que su contrincante.
“El pueblo iraní ha elegido la vía del entendimiento con el mundo, lejos del extremismo –dijo ayer Rohani en un discurso televisado tras ser proclamado ganador–. Quiere vivir en paz y amistad con el resto del mundo, pero no acepta la amenaza ni la humillación. Es el mensaje que quiere que se escuche”.
“Tenemos miedo y no queremos que viejas creencias y métodos tomen el control del país de nuevo. No queremos ir atrás”, explicaba Mehdi, un comerciante de 32 años, que como millones de iraníes hizo fila durante horas para votar por Rohani, y para erradicar la posibilidad de que Irán volviera a caer en el caos de los ocho años bajo el ex presidente Mahmud Ahmadineyad, cuando las sanciones contra Irán se intensificaron y el país quedó prácticamente aislado del mundo.
“La ideología que defienden los radicales está terminada. Está demostrado que la mayoría no la quiere”, decía Ali Reza, de 30 años. Para él, los iraníes habían tenido que elegir entre “el malo y el peor”.
Desde el sector del clérigo Raisi, que ha reconocido la victoria de Rohani, la situación se veía de otra manera. “El problema es ahora para Rohani, que tiene que gobernar con 16 millones de personas en su contra”, decía la página conservadora
Raja News, que le acusa de llevar el país rumbo al abismo con su política de apertura al mundo y de atraer la inversión extranjera. Sin embargo, olvidaba mencionar que cuatro años atrás los conservadores obtuvieron los mismos 16 millones de votos. “Si Rohani gana vamos a ser esclavos de EE.UU. en diez años”, opinó Sara, una estudiante de 18, que cree que el presidente está destruyendo los pilares religiosos de la República Islámica.
Ambos candidatos habían advertido que los resultados dependerían de la participación, tal como sucedió. En la campaña de Rohani, en particular, temían que la frustración por los pocos avances económicos dejara a muchos votantes en casa. Pero al final pudo más el miedo de regresar a la inestabilidad, a la improvisación –Raisi no presentó programa concreto– y al aislamiento de viejas épocas donde la posibi- lidad de una guerra rondaba en el ambiente, que aquel descontento.
A eso se suma el rechazo a la ideología radical, con la que ese sector mayoritario de la sociedad que ayer votó por Rohani no se siente representado. Sean conservadores o liberales, religiosos o laicos, sólo quieren llevar una vida tranquila, con posibilidad de crear negocios, tener un empleo digno y no ser vistos como parias cuando van al extranjero.
Los iraníes han aprendido que los presidentes, a pesar de su poder limitado, sobre todo para impulsar reformas sociales, sí pueden influir en cómo se hacen las cosas. Rohani ha insistido en que si no fuera por él los jóvenes no estarían disfrutando de la libertad que les abre internet.
Al final los iraníes se volcaron en las urnas: la participación alcanzó el 73%. En Teherán, cinco millones de personas fueron a votar, el doble que en las elecciones del 2013. Mientras Raisi logró el mismo número de votos obtenidos entre los cuatro candidatos conservadores que se enfrentaron a Rohani en el 2013 –15,7 millones de votos, el 38,5%–, este atrajo cuatro nuevos millones de electores, hasta un total de 23,5 millones. Por él han votado la gran mayoría de los cinco millones de jóvenes que se estrenaban en las urnas y en quienes Rohani se centró en la recta final de campaña.
“Queremos libertad social y política; queremos libertad de expresión; queremos libertad para disfrutar el tiempo libre; queremos paz con seguridad y no una sociedad regida por la seguridad”, dijo Rohani hace una semana en el estadio Sharudi, en uno de los discursos más duros de una campaña en la que ha criticado a poderosas instituciones del Estado, como los Guardias Revolucionarios o el sistema judicial, a las que se ha enfrentado repetidamente en estos cuatro años y que cerraron filas con Raisi.
Los retos a los que se enfrenta Rohani no son pocos. Ahora que tiene la libertad de no tener que preocuparse por otra reelección, y habiendo ganado con una mayoría mucho mayor que cuatro años atrás, sus electores esperan que asuma una posición de mayor fortaleza ante las poderosas instituciones que se oponen a mayores libertades sociales, informativas, culturales y económicas. Un gran número de periodistas, activistas y empresarios, algunos con doble nacionalidad, han sido encarcelados en estos últimos años sin que, según algunos, Rohani haya hecho suficiente por ayudarlos.
Otro aspecto será su relación con el líder supremo, Ali Jamenei, que si bien apoyó el acuerdo nuclear –el gran logro de Rohani de su primer mandato–, tiene una visión del país que choca con los programas que ha querido poner en marcha este Gobierno. El último desencuentro fue semanas atrás cuando el líder detuvo la puesta en marcha del proyecto Unesco 2030, que pretende actualizar y dar nuevas herramientas al sistema educativo iraní. Jamenei dijo que esta agenda tiene puntos ante los que la República Islámica no puede “rendirse”.
Pero, sin duda, su gran reto estará en la economía: cómo lograr que el levantamiento de las sanciones por el acuerdo nuclear por fin se note en la vida diaria de los iraníes.
MOVILIZACIÓN Pese a la frustración por los pocos avances económicos, pudo más el miedo a ir atrás MENSAJE A LOS CONSERVADORES “El pueblo quiere vivir en paz y amistad con el resto del mundo”, dice el reelegido