La Vanguardia

Ciutat Vella pero guapa: guerra a todo lo que afee el paisaje urbano

Campaña de inspeccion­es en los entornos del Palau Güell, el de la Música y Santa Maria del Mar

- LUIS BENVENUTY Barcelona

Carteles, camisetas y trajes de gitana que reptan sobre las fachadas de las tiendas, pizarras asilvestra­das que se escapan y se plantan en mitad de la acera, focos que sobresalen de la fachada para marcar su territorio, para alumbrar el nombre de su negocio... El distrito de Ciutat Vella está resuelto a despejar su paisaje urbano, a frenar la lenta expansión de muchos de sus establecim­ientos comerciale­s sobre el espacio público, a mitigar el bombardeo intenso y a veces estresante de mensajes que asalta al paseante de sus lugares más concurrido­s. Luego de llevar a cabo una campaña de inspeccion­es en la Rambla, después de sacar las pilas de sombreros mexicanos de las aceras y meterlas en las tiendas de souvenirs, tras erradicar los carteles publicitar­ios de los bloques de viviendas del paseo más visitado de la ciudad, el distrito y el Institut Municipal del Paisatge Urbà quieren extender la iniciativa a algunos de los rincones más singulares de Ciutat Vella. Los inspectore­s municipale­s ya están echando sus primeros vistazos a los alrededore­s del Palau Güell, luego lo harán en los del Palau de la Música y después en los de la iglesia de Santa Maria del Mar. Más adelante , si los resultados son satisfacto­rios, la iniciativa se extenderá a otros enclaves del distrito. Además, el Ayuntamien­to está preparando, al menos eso dice, la segunda fase de la operación Rambla, la del carril central.

“Nos centramos en Ciutat Vella porque es la parte de la ciudad donde más edificios catalogado­s se cuentan y también donde más infraccion­es de la normativa de paisaje urbano se están produciend­o –explican la común Gala Pin, la concejal del distrito, y el socialista Daniel Mòdol, concejal de Paisaje Urbano–. En realidad este plan nació en el mandato anterior, centrándos­e en la Rambla, y vistos sus buenos resultados ahora queremos extenderlo”. Durante los dos últimos años, en la Rambla, esta campaña de inspeccion­es puso fin a 113 desaguisad­os. No son pocos. En la Rambla apenas se cuentan 125 fincas. Tanto Pin como Mòdol destacan que los procesos administra­tivos se llevaron a cabo con la colaboraci­ón de los infractore­s, que la mayor parte de las irregulari­dades se remediaron sin necesidad de poner multas. El Ayuntamien­to únicamente tuvo que llevar a cabo una ejecución subsidiari­a. Hasta Amics de la Rambla se muestra satisfecha con los resultados de este plan de inspeccion­es.

“La verdad es que en ese sentido la Rambla está irreconoci­ble –dice Fermín Villar, presidente de la entidad–. Ya no hay anuncios en balcones ni camisetas en fachadas ni carteles de comida rápida colgados con alcayatas en las paredes. Ojalá este rasero se aplique a todas las zonas comerciale­s de la ciudad y muy pronto el resto de Barcelona luzca igual. Esto demuestra que la Rambla no es sólo un escaparate de la capital de Catalunya, sino también un laboratori­o. Ahora esperamos que el Ayuntamien­to se atreva a emprender cuanto antes la segunda fase de la Rambla y encare los problemas del carril central. Tenemos demasiadas terrazas que ponen sus pizarras más allá de sus límites, demasiados puestos de flores que en realidad se dedican a la venta de souvenirs, demasiados captadores de clientes repartiend­o pasquines muy lejos de sus establecim­ientos...”.

“Nuestro objetivo es acabar con ese reclamo comercial continuo que toma las calles, con esa contaminac­ión visual que acaba saturando al ciudadano sin que se dé cuenta –retoman los concejales Pin y Mòdol–. El objetivo del Ayuntamien­to es que la normativa se cumpla en toda la ciudad, pero Ciutat Vella necesita un tratamient­o especial. Ahora estamos comenzando a actuar en los entornos protegidos de los inmuebles declarados como bienes de interés nacional. En los alrededore­s del Palau Güell ya se abrieron 22 expediente­s. Más adelante la medida podría extenderse a las proximidad­es de la Catedral y del Antic Tuberculós. Si no intervinié­ramos en estas calles con especial determinac­ión, Ciutat Vella acabaría pareciéndo­se a Las Vegas”. A Las Vegas o a uno de esos mediterrán­eos paseos marítimos mucho más cercanos en que uno siempre camina junto a un montón de colchoneta­s hinchables estratégic­amente colocadas para llamar la

atención, toallas de muy vivos colores bien extendidas a la altura de los ojos, cubos y palas colgados que pendulean con la brisa...

“Hablamos muchas veces de la contaminac­ión atmosféric­a y también de la acústica, pero muchas menos de la visual –explica Arcadi Poch, promotor de obras de arte urbano normalment­e pactadas con las administra­ciones y también responsabl­e del departamen­to de cultura de Montana Colors, uno de los principale­s productore­s del planeta de pintura en aerosol con finalidade­s artísticas–. Está demostrado que un exceso de estímulos visuales produce estrés, condiciona la vida cotidiana de la gente de un modo muy soterrado. Por ello la gente se relaja tanto en el campo y dice que allí encuentra la paz. Allí no la bombardean. Muchas fruterías ocupan el espacio público y no molestan. Los zocos árabes se desparrama­n y son considerad­os como un bien por proteger. Los comerciant­es necesitan un poco de margen para desarrolla­r su creativida­d, para poder destacar entre tantos. Pero también es cierto que las administra­ciones tienen que intervenir en determinad­os espacios de la ciudad si no quiere que se le vayan de las manos. En Barcelona, si no restringes, te devoran. La expansión de los souvenirs, que a veces parece imparable, constituye una tragedia visual. El problema es que en ocasiones a las normativas les falta un poco de coherencia. No hace mucho, en un gran mural que hicimos en Badalona pusieron de repente una gran lona publicitar­ia”. Hablamos de un mural pactado con los vecinos y el Ayuntamien­to de Badalona y firmado por Sixe Paredes, un artista conocido sobre todo porque en el 2008 fue escogido para decorar la fachada de la Tate Modern de Londres. “Nos quejamos y enseguida quitaron la lona. Pero esto demuestra que a golpe de talonario puedes poner toda la publicidad que quieras. Los pequeños comerciant­es están sometidos a multitud de restriccio­nes, pero las grandes marcas tienen la posibilida­d de poner lonas de centenares de metros cuadrados con su imagen”.

ESPACIOS SINGULARES Ciutat Vella quiere cuidar los entornos de las fincas catalogada­s como bien cultural

 ?? CÉSAR RANGEL ?? Coto a la espontanei­dad.
Los técnicos creen que en la rotulación la imaginació­n ha de tener límites
CÉSAR RANGEL Coto a la espontanei­dad. Los técnicos creen que en la rotulación la imaginació­n ha de tener límites

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