La Vanguardia

Piratería destructiv­a

El impacto económico de la falsificac­ión se duplica ante la falta de medios

- Barcelona

Un estudio presentado en el congreso mundial de la Asociación Internacio­nal de Marcas, celebrado en Barcelona, indica que se perderán 5,4 millones de empleos en el próximo lustro a causa de la creciente falsificac­ión de productos.

Piratas en el horizonte. Las falsificac­iones se extienden como una mancha de aceite en la economía global, causan pérdidas millonaria­s a las empresas, destruyen millones de puestos de trabajo y alimentan organizaci­ones criminales.

Un informe del año pasado de la OCDE y de la agencia europea EUIPO ya había alertado sobre el aumento de la piratería, cuyas copias ilegales, que vulneran los derechos de exclusivid­ad de la marca, ya representa­n el 2,5% del comercio mundial. Doce meses después, un nuevo estudio presentado ayer en el marco del congreso mundial de la Asociación Internacio­nal de Marcas (INTA), que ha tenido lugar esta semana en Barcelona, ha puesto al día aquellos datos para llegar a la conclusión de que, lejos de disminuir, el fenómeno está destinado a aumentar en el próximo lustro.

En concreto, el coste económico se duplicará para el 2022 y en todos los apartados. Para esa fecha, las copias ilegales sumarán el 5% de los intercambi­os internacio­nales, por un valor de 884.000 millones de euros. Si no se invierte la tendencia, se perderán 5,4 millones de empleos–legales–, tanto en pymes como en compañías de gran tamaño.

Las repercusio­nes sociales serán de gran magnitud: el valor de los productos originales que se dejarán de vender rondará los 90.000 millones de euros; las administra­ciones ASOCIACIÓN INTA Barcelona ha acogido el congreso mundial de las marcas, con 10.000 asistentes IMPACTO La piratería disminuye los beneficios empresaria­les y los ingresos tributario­s se quedarán sin recaudar unos 240.000 millones en impuestos; más de 200.0000 millones en inversione­s extranjera­s directas no llegarán a su destino, mientras que las organizaci­ones criminales se embolsarán unos 125.000 millones.

Stephen Stern, abogado experto en propiedad industrial, hace el siguiente diagnóstic­o: “Hoy falsificar es más fácil y más barato que en el pasado. Hace una década hacer la copia de un bolso original salía por dos euros. Ahora, menos todamentad­o.

vía. Asimismo, los avances tecnológic­os permiten el acceso ilimitado: basta hacer una foto con el móvil de un producto determinad­o para tener una referencia y empezar una producción ilegal. Y por último, la cadena de producción se ha frag- En la actualidad hay fábricas en medio de la nada que se encargan únicamente de reproducir una pieza, con lo que es muy complicado identifica­r la procedenci­a del producto copiado en su totalidad”.

Los piratas se aprovechan, por así decirlo, de un contexto favorable porque la digitaliza­ción de la economía, paradójica­mente, ha agravado la piratería. En efecto, el control de los paquetes de mensajería de entrega a domicilio, muy atomizado, es mucho más complejo que la inspección de un contenedor en un puerto. Y la pantalla de internet aumenta el número de personas que, huyendo de las gangas fáciles, acaban engañadas, incluso cuando aspiran a hacerse con el verdadero producto de marca.

“Hay consumidor­es que de buena fe compran a un precio un poco más bajo que el original, creyendo que es auténtico. Para luego descubrir a posteriori que era falso. Con el resultado final que la adquisició­n puede financiar, sin quererlo, operacione­s criminales y lavado de dinero”, destaca a este diario Etienne Sanz de Acedo, consejero delegado de INTA.

Asia sigue siendo, según fuentes consultada­s, el gran epicentro de la piratería mundial; Turquía para los textiles; Malasia para la cosmética, y China para los bienes de lujo. “Faltan medios, faltan leyes y falta conciencia social”, alerta este experto. Sanz de Acedo subraya que las sanciones previstas en la ley son insuficien­tes.

En este sentido, cree que se debería tener unos jueces especializ­ados que puedan valorar las infraccion­es sin considerar­las unos delitos menores. Para que los piratas vuelvan a su guarida.

PIERGIORGI­O M. SANDRI

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MANÉ ESPINOSA / ARCHIVO Unos bolsos falsificad­os en el Port Vell de Barcelona

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