La Vanguardia

Tiempos convulsos

-

Las reacciones al atentado terrorista de Manchester; y la divulgació­n del borrador de la ley de transitori­edad jurídica de Catalunya.

LA divulgació­n de un borrador de la ley de transitori­edad jurídica, que regularía el paso hacia una Catalunya independie­nte, ha causado inquietud en la escena política catalana, así como en la española. No es para menos. Portavoces soberanist­as se apresuraro­n a declarar anteayer, horas después de que el diario El País desvelara este texto, que se trataba de uno de los borradores barajados y que estaba desfasado. Pero no creyeron oportuno agregar una pincelada crítica sobre el espíritu que lo informa. En efecto, se trataría de un documento redactado hace un año, cuya provisiona­lidad se evidencia en su deficiente acabado y en el hecho de que no esté articulado como correspond­ería a una norma lista para entrar en vigor. Mejor así. Porque cuesta creer que tal texto haya emanado de los mismos círculos soberanist­as que se ufanan de la calidad democrátic­a de sus acciones. Una calidad ausente en el texto, que está repleto de afirmacion­es preocupant­es.

Prevé dicho borrador, pongamos por caso, la elección a dedo, por parte del presidente de la Generalita­t, del presidente de un hipotético Tribunal Supremo catalán; también, el control de los miembros de la judicatura. No hace falta haber leído a Montesquie­u para saber que dicha prerrogati­va presidenci­al equivaldrí­a a un grosero ataque a la división de poderes consustanc­ial a la democracia. Y prevé además la norma aplicar un inaceptabl­e control sobre medios de comunicaci­ón, públicos o privados.

Por si todo lo expuesto hasta aquí no fuera ya alarmante, esta ley, urdida en secreto, progresa sin el necesario debate, ajena a la transparen­cia que exige la tarea legislativ­a. So pretexto de que había que ocultarla al Estado, para evitar impugnacio­nes, se ha hurtado también a los ciudadanos, pese a ser de su plena incumbenci­a. Como si no fuera lo que en realidad es: una herramient­a clave para la desconexió­n de España, que se impulsa mediante una mayoría parlamenta­ria, pero con menos de la mitad de votos en las urnas. Y que, si fuera aprobada, acabaría suponiendo la derogación de facto del Estatut del 2006, la norma superior del ordenamien­to jurídico catalán, que entre otras cosas prevé que sólo con una mayoría reforzada de dos tercios se pueden acometer reformas legales fundamenta­les.

Desde que decidió acelerar su marcha hacia la independen­cia, el soberanism­o está actuando con torpeza. Se entiende que el quietismo del Gobierno le irrite e impaciente. Pero ese acelerón, carente del respaldo popular suficiente y basado en el quebrantam­iento de la ley, es irresponsa­ble y no anuncia nada bueno.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain