La comunidad libia de Manchester tiene miedo de quedar estigmatizada
Salman Abedi, de 22 años, estaba en el radar de la inteligencia británica
DEMOGRAFÍA El barrio donde vivía Abedi tiene una amplia población estudiantil y es de clase media
CARÁCTER El autor de la masacre era conocido por los vecinos como un chico callado y muy devoto
Devoto. Tímido. Callado. Respetuoso con sus mayores. Incapaz de matar a una mosca. Así describen los vecinos del barrio de Fallowfield al mancuniano (nativo de Manchester) de origen libio Salman Ramadan Abedi, que ha sido identificado por los servicios de inteligencia británicos como el responsable del atentado del lunes, en que murieron 22 personas, muchas de ellas niños y adolescentes.
Pero la descripción no es en el fondo sorprendente, es la misma de casi todos los terroristas y asesinos en serie. Al fin y al cabo, ¿qué aspecto tiene alguien capaz de inmolarse por una causa política o religiosa, y de matar de paso a decenas de inocentes de quienes no sabe nada, sólo porque se han cruzado de manera desafortunada en su camino y estaban en el sitio equivocado en el momento equivocado?
La comunidad libia de Manchester, que teme ahora quedar estigmatizada, sospechó que uno de los suyos (tal vez radicalizado en la revolución del 2011) podía ser el responsable de la masacre ya horas antes de que la policía hiciera pública su identidad. De hecho, desde que por la mañana los helicópteros empezaron a sobrevolar los barrios de Didsbury, Chorlton y Fallowfield, en el sur de la ciudad, a unos pocos kilómetros del centro y del lugar de la bomba, y que coches de la policía y los bomberos acordonaron Elsmore Road y procedieron a registrar el apartamento de la familia. Ismail, el hermano de Salman Abedi, puede haber sido detenido.
El padre de ambos, Abu Ismael, es una figura conocida en la comunidad por su papel activo en la mezquita de Didsbury y su magnífica voz (canta en los servicios religiosos). A lo largo de los años ha tenido trabajillos aquí y allá en toda la zona metropolitana de Manchester, y debe haber hecho algo de dinero porque en la actualidad reparte su tiempo entre Inglaterra y Trípoli, donde se encuentra actualmente. No consta que se haya radicalizado, y los vecinos piensan que “sin duda estará hecho polvo tras enterarse del crimen de su hijo”.
La zona de Manchester donde viven los Abedi tiene una amplia población universitaria y no está particularmente deprimida. De hecho, en Didsbury y Chorlton hay elegantes viviendas, avenidas y parques. La familia libia del autor del atentado llevaba más de una década instalada en el barrio. “Creo que son por lo menos cuatro hijos, dos mayores, bastante circunspectos y devotos, otro más pequeño y una chica. La madre, Samia, es una mujer encantadora, y lee y explica el Corán a los niños”, cuenta uno de los vecinos, Ferazana Kosur, de la Thelwall Avenue.
Hacia las doce de la mañana, una treintena de agentes antidisturbios interrumpieron la rutina de la normalmente pacífica Elsmore Road y sus típicas casitas victorianas inglesas de ladrillo rojo, y para estupefacción de los vecinos entraron por el jardín en la residencia de los Abedi, forzaron la puerta y procedieron a efectuar una “explosión controlada”, seguramente de algún artefacto que consideraron sospechoso. A continuación registraron el edificio y al parecer detuvieron a Ismael, el hermano del terrorista que ha llevado a cabo el mayor atentado en territorio del Reino Unido en toda una década, desde las bombas en el sistema de transporte público de Londres en julio del 2005.
A lo largo del día de ayer Manchester fue recuperando poco a poco una relativa normalidad, dispuesta a no dejarse vencer por el terrorismo. Una buena parte del centro (los alrededores del recinto donde se produjo la letal explosión) permaneció acordonada, igual que Victoria Station, un núcleo de comunicaciones en el que confluyen tranvías y trenes de cercanías. A muchos mancunianos les recordó el atentado perpetrado por el IRA hace veintiún años (junio de 1996) en el centro comercial de Arndale, en el que no murió nadie pero hubo doscientos heridos y considerables destrozos.
Como suele ocurrir con casi todos los terroristas, Salman Ramadan Abedi se encontraba “en el radar” de los servicios de seguridad, pero no era considerado una amenaza inminente. La policía británica tenía la intención de tardar más en facilitar su nombre para llegar hasta posibles cómplices, pero las autoridades norteamericanas no tardaron en facilitarlo a la prensa. Downing Street lo confirmó.